Juan Carlos Cachanosky fue uno de los precursores y principales difusores de la Escuela Austriaca de Economía en Argentina y Latinoamérica. Su vasta bibliografía académica se compone de artículos y papers académicos.
En este caso analizaremos un artículo del autor publicado en el año 1994, titulado: Certidumbre, incertidumbre y eficiencia.
En el mismo el Dr. Cachanosky intentará explicarnos cómo la teoría económica convencional está plagada de inconsistencias técnicas y teóricas que la vuelven endeble a la hora interpretar los siguientes tópicos: eficiencia, óptimos en mercados de competencia perfecta e imperfecta y, por último, incertidumbre. El autor objetará estas teorías teniendo como sustento argumentativo a diferentes autores de la Escuela Austriaca de Economía.
Primera falsa premisa: Eficiencia económica en la microeconómica convencional
Según la definición genérica, eficiencia es lograr el máximo resultado con el mínimo esfuerzo. Esta definición queda boyando debido a que el máximo resultado y mínimo esfuerzo serían dos caras de la misma moneda. En economía podríamos definir el máximo resultado como la mayor cantidad de necesidades que puede satisfacer un individuo con la menor cantidad de recursos productivos posibles utilizados.
La microeconomía convencional supone erróneamente al modelo de competencia perfecta como el único modelo capaz de alcanzar el máximo de eficiencia y cualquier desvío de las condiciones del modelo conduce indefectiblemente a un subóptimo. Sin embargo, el modelo de competencia perfecta aborda varios supuestos irrealistas que debilitan la explicación de cómo funcionan realmente los mercados.
La principal dicotomía que encontramos son las diferencias en la modelización entre el mercado de competencia perfecta e imperfecta los cuales son inconsistentes, describir sus características nos ayudarán a comprender los supuestos irrealistas y como ambos modelos son contradictorios entre sí.
Las características centrales del modelo de competencia perfecta son: un gran número de compradores y vendedores en el cual ninguno puede afectar el precio, productos homogéneos, perfecta movilidad de capitales, empresas con conocimiento perfecto de precios, de costos presentes y futuros, y maximizan sus ganancias cuando el precio es igual al costo marginal. Bajo estas condiciones, la curva de demanda a la que se enfrenta cada empresa es perfectamente elástica.
En cambio, para los modelos de competencia imperfecta, sus características son: los empresarios pueden influir en el precio, la curva de demanda a la que se enfrentan tiene una pendiente negativa, el monopolista se enfrenta a toda la curva de demanda y las empresas maximizan sus ganancias al nivel de producción donde el ingreso marginal es igual al costo marginal, pero el precio de mercado que se establece es mayor al ingreso marginal.
Por ende el resultado final comparando ambos mercados, bajo el supuesto una estructura de costos similares, son un mayor precio y una menor cantidad producida en los mercados de competencia imperfecta.
Una vez explicadas las particularidades de cada modelo, podemos entonces analizar la fragilidad lógica y matemática que contradice ambos modelos.
En primer lugar, no se puede afirmar que la curva de demanda de todo el mercado tenga una pendiente negativa y que la de cada productor es perfectamente elástica, si nadie tiene la capacidad de individualmente mover el precio entonces este nunca se alteraría, lo crucial es discernir que cada productor tiene una influencia (aunque sea infinitesimal) sobre el precio, de lo contrario el precio de mercado sería inflexible.
Ahora bien, si un productor puede llegar a influir en el precio, por más pequeña que dicha influencia sea, entonces la premisa de que el precio es igual al costo marginal pierde validez. Entonces el productor de competencia perfecta, igual que el monopolista, maximiza sus ganancias cuando el ingreso marginal es igual al costo marginal.
Asimismo, si las curvas de costos agregados de todos los oferentes de competencia perfecta coincidieran con la de un monopolista habría que concluir que no existiría diferencia alguna entre la cantidad de bienes que produciría un mercado perfectamente competitivo y un monopolista.
Recapitulando lo dicho de ambos modelos, el simple hecho de afirmar que un mercado perfectamente competitivo alcanza el óptimo de eficiencia y no así los demás modelos, es contradictorio en sí mismo. Siguiendo la lógica convencional, mas no sus contradicciones lógicas, la microeconomía clásica tendría que haber concluido que un mercado de competencia perfecta o un monopolio producirían lo mismo y al mismo precio, si las curvas de costo agregado coinciden. Por consiguiente, la eficiencia no la define la “cantidad” de productores en el mercado, sino los costos.
Además, el autor bien explica que el mercado no sólo establece cantidad y precio de un producto, sino también la cantidad y la magnitud de las empresas. Por último, concluyendo con el derrumbe de la primera premisa, la competitividad de un mercado no la define la cantidad de empresas que operan en el mismo, sino los cimientos legales que posibiliten la entrada y salida de estos mercados.
Segunda falsa premisa: Incertidumbre y Eficiencia
Como segundo paso, el autor intentará redefinir el concepto de eficiencia en relación con la incertidumbre.
Es preciso entender que los economistas de la Escuela Austriaca (EA) han continuado con la tradición analítica de los clásicos, pero introduciendo mejores teorías que solucionaron varias contradicciones de los clásicos. En especial, la teoría “del valor precio”. La EA elaboró su teoría suponiendo un mundo de incertidumbre y no de conocimiento perfecto, en virtud de que el futuro no puede ser conocido con certeza por nadie: En consecuencia, esta escuela pudo distinguir entre precios y precios esperados.Según los autores austríacos las decisiones económicas se toman en base a precios esperados y no a precios.Como ha insistido Ludwig Von Mises, toda acción humana, genere precios monetarios o no, se basa en estimaciones acerca de los resultados.
De manera que, el hecho de que tengamos mayor certeza de lo que ocurrirá dentro de una hora o de un día no significa que exista certeza total, si hubiese algún modo de conocer con certeza total lo que ocurrirá en el futuro, el error estaría fuera de este mundo; no habría ni pérdidas ni ganancias empresariales, no habría diferencia entre precios y precios esperados.
Ergo, las decisiones humanas se basan en incertidumbres que responden fundamentalmente a probabilidades de caso, donde el cálculo de frecuencia relativa juega un papel secundario (número de veces que ocurre un evento) y la estimación subjetiva juega el rol fundamental (ocurrencia de que suceda un evento basado en intuición o experiencias previas).
Cachanosky encuentra en la EA varias justificaciones de por qué el futuro depende fundamentalmente de estimaciones objetivas. En primer lugar, sí hay algo que está atomizado en el mundo no es la competencia sino el conocimiento. La microeconomía convencional aborda el supuesto contrario al real, supone conocimiento perfecto. La escuela austriaca, por el contrario, supone que la información en el mercado está atomizada, esto conlleva que cada individuo dispone de una muy pequeña fracción de información respecto del total disponible, eliminando completamente el supuesto de conocimiento perfecto. En segundo lugar, otro punto fundamental que el autor intenta explicar; son las predicciones o estimaciones que las personas realizan esperando lograr un resultado. Es por esto, que en toda acción humana debemos distinguir entre los resultados ex ante y ex post. Los resultados ex ante son los que espera la persona que va a actuar y los resultados ex post son los reales.
En resumen, toda decisión es la más eficiente en el momento de tomarla. Quien toma una decisión lo hace porque considera que es la mejor, dada la información que dispone y la evaluación que ha hecho de la misma con todos los riesgos involucrados en el análisis. Es por esto, que los resultados ex post son los únicos jueces válidos de nuestras decisiones ex ante. Los economistas de la EA han explicado la manera en que el proceso de mercado va confirmando en supuestos a dichos empresarios que estimaron correctamente los mercados y va eliminando aquellos que estimaron mal.
Ahora bien, en esta toma de decisiones dentro del proceso de mercado, pueden existir errores, de parte de los empresarios como de los consumidores, estos errores pueden ser:
- Pueden estar sobrevaluando los mercados.
- Pueden estar subvaluándolos.
Sobrevaluar los mercados significa que un consumidor estima que puede comprar más barato de lo que realmente lo puede hacer y un empresario estima que podrá vender a un precio más alto del que puede hacerlo. El mercado corrige los errores de sobrevaluación rápidamente, ya que no pueden perdurar en el tiempo.
Un error de subvaluación sucede cuando el consumidor compra a un precio superior ignorando que puede comprar más barato; o cuando un empresario vende más barato ignorando que puede vender más caro. Para los economistas de la escuela austríaca la atomización de información es la que da lugar a este tipo de errores. La función empresarial consiste en hallar mercados subvaluados, ya que estos mercados darán origen a las ganancias empresariales.
Como bien explicó Joseph A. Schumpeter, el empresario es un factor desequilibrador en el mercado. Al introducir innovaciones los empresarios desequilibran los mercados obteniendo ganancias, mientras que los empresarios imitadores siguen los pasos de los innovadores haciendo que los mercados tiendan al equilibrio. Sin embargo, todavía se debe explicar cómo en un mundo de conocimiento perfecto se pueden hacer innovaciones, esto deja inconclusa la teoría Schumpeteriana. En modo opuesto, para los austríacos los empresarios descubren situaciones de desequilibrio: el empresario descubridor es el que hace que los mercados se equilibren.
Conclusión
Como bien señala el Dr. Cachanosky, la única manera objetiva para saber si una decisión fue eficiente o no es con los resultados ex post. El inconveniente en esta situación es que no hay manera ex ante de conocer los resultados ex post. Ahora bien, la EA no niega que el mercado pueda cometer errores y que existan ineficiencias, lo que niega rotundamente es que haya un modo más efectivo que el mercado operando libremente para asignar recursos. El mercado libre no elimina los errores ni las ineficiencias, sino que las minimiza.
En definitiva, llegamos a la conclusión de que la eficiencia no cabe medirla por los resultados ex ante o ex post, sí no que el mismo proceso de mercado buscará la eficiencia revelando a aquellos que hayan tomado decisiones correctas y eliminará a quienes hayan tomado decisiones incorrectas dentro de un mundo cambiante, un mundo de información incompleta, un mundo de incertidumbre. Es por este motivo que la EA pone énfasis en el estudio del proceso de mercado y no en el equilibrio del mercado, ya que este siempre se encontrará en un proceso de ajuste, en una interacción sin fin, una permanente corrección de errores que tienden al equilibrio sin nunca alcanzarlo.
* Franco Mieres en actualmente Pasante en la Fundación Internacional Bases
** Artículo escrito para el proyecto Repensando a Juan Carlos Cachanosky
Fuente: Fundación Internacional Bases