Fuente: Fundación Bases
El 2011 es un año electoral. A prima facie, es una obviedad. Lo que no es una obviedad es que por primera vez en mucho tiempo, en estas elecciones no está en juego la concepción fundamental de la economía o el funcionamiento del estado.
Uno de los temas que recurrentemente se escucha en los medios de comunicación, ya durante bastante tiempo, es la idea de que Argentina necesita un Pacto de la Moncloa en la que toda la clase política se ponga de acuerdo en cuales son las reglas de juego. La triste realidad es que, como certeramente insiste Federico N. Fernández (Presidente de Fundación Bases), tal pacto ya existe en el país. Gabriel Zanotti en su artículo “La Evolución del Peronismo”, hace referencia a este “Pacto de la Moncloa Bizarro” que está basado, entre otras cosas, en el hecho de que quien gobierna tiene potestad absoluta sobre el bolsillo de los contribuyentes y que el estado esta conformado por un grupo de iluminados que saben qué es bueno para cada uno de nosotros mejor que nosotros mismos.
Es por eso que en estas elecciones presidenciales, en la víspera de la confirmación de que Cristina Kirchner se presentará para competir por su reelección, el menú de opciones no ofrece demasiada variedad. Aún más, todas las opciones representan distintos grados de populismo y una visión fundamentalmente estatista de la economía. Las diferencias, lamentablemente, se encuentran en cuestiones de estilo y manejo más o menos discrecional de la caja.
Si bien Argentina fue uno de los países que más cayó (32 puestos) en términos de calidad institucional de acuerdo con el Indice de Calidad Institucional (ICI) que elabora el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA), siendo una de las frutillas del postre que el día de ayer, la Presidente de la Nación haya anunciado sus ambiciones reelecionarias por Cadena Nacional, no se observa que la oposición este corriendo a los tribunales para demandar al Estado por uso ilegitimo de recursos públicos. Una de las razones es que la oposición, de estar en una situación similar, actuaría de igual manera.
El estilo K es confrontativo, corrupto y poco transparente. Sin embargo, no es muy distinto que lo que observamos en el Socialismo santafecino, donde existen groseros casos de nepotismo en la asignación de las obras públicas y puestos de trabajo para familiares y “ex” familiares. En términos de la ambición fiscalista, el actual Gobernador de Santa Fe y candidato a Presidente de la Nación, Hermes Binner, nunca se opuso al yugo fiscal que el estado nacional le impone a la provincia en términos de retenciones. Su única critica fue y es que él no era parte de la fiesta. Este tipo de comportamiento tampoco es ajeno al Radicalismo (en particular el Radicalismo Kash), ni a la CC (con Fabiana Ríos como principal exponente) ni al Peronismo Federal/PRO ni otros partidos.
Lo preocupante es que los votantes no demandan respeto por sus derechos ni hacen a sus representantes responsables por el dinero que los primeros aportan a las arcas estatales. Incluso los dirigentes que representan a sectores más racionales fiscalmente, proponen aumentar la ya ridículamente grande planta permanente de empleados del estado en todos sus niveles olvidándose de que todos los gastos deben pagarse, ya sea hoy o mañana. Todo esto sin pagar costo político alguno.
Muchas veces se dice y se enfatiza que los gobernantes no son paracaidistas suecos sino emergentes de la sociedad. En tanto no entendamos como votantes que democracia no significa “vale todo” y que nosotros vivimos en una República, va a ser difícil cambiar el paupérrimo presente que nos toca vivir.