No es novedad que transitamos una de las peores crisis de la historia de nuestro país.
Recordemos algunos datos, según el INDEC, 4 de cada 10 argentinos se encuentra en situación de pobreza; más de 1 de cada 10 argentinos en situación de indigencia; 6 de cada 10 niños en situación de pobreza; 7 de cada 10 de los hogares con jefe no registrado recibió prestaciones implementadas a partir de la pandemia; el 5 de cada 10 recurrió al uso de sus ahorros o venta de bienes para afrontar la crisis; 4 de cada 10 argentinos se endeudó para enfrentar la crisis; más de 42.000 pymes que cerraron; 2 de cada 10 locales cerraron en todo el país; una deuda total de más del 100% del PBI, la más alta de la región; y, un PBI per cápita a niveles del 2006.
No obstante, los más vulnerables, nuestros adultos mayores, son los que más desamparados se encuentran, sin respuesta por parte de una política que sólo los recuerda en los años de elección o para la foto de campaña.
A principio de año, el Presidente Alberto Fernández declaró a los jubilados que “Habrá un Estado presente que no los abandonará nunca más” y en su campaña indicó que el 10 de diciembre ni bien asumiera iba a recomponer las jubilaciones. No obstante, del dicho al hecho existe un largo trecho y esto lo podemos observar en el deterioro del nivel de vida que han tenido nuestros adultos mayores en los últimos años.
El año pasado el gobierno marcó una falsa disyuntiva entre salud o economía; generando un costo enorme para toda la sociedad. Y parte de ese costo fue afrontado por nuestros adultos mayores.
Para medir el deterioro del nivel de vida de los jubilados cabe observar la evolución de los haberes (monto) de las jubilaciones y contrastarlas con la evolución de la canasta básica total. De ésta forma, podemos ver cuánto es que ha perdido bienestar nuestros adultos mayores en los últimos años. Por supuesto, la imagen es dramática. Desde 2018 hasta finales del año pasado, un jubilado que percibe un haber medio, por ejemplo, en $28.794, ha visto corroído su poder de compra de la Canasta Básica Total en un 9,6%. Es más, si tomamos, solamente, la jubilación mínima, vemos que el panorama se encrudece. Un jubilado, por ejemplo, que cobra la mínima de $20.571 ha visto corroído su poder de compra de la Canasta Básica Total en un 5,9% desde 2018.
Si analizamos un período más largo, vemos que la situación se encrudece. Tomando el máximo nivel de vida alcanzado por nuestros adultos mayores en 2013 hasta ahora, la corrosión fue de 30 puntos porcentuales para los haberes medios y de 37 puntos porcentuales para los haberes mínimos.
Además, en tan sólo 5 años, el nivel de vida de nuestros adultos mayores cayó en un 14%. Es indignante que desde la política no exista una respuesta clara que ayude a alivianar la situación alarmante y de riesgo en la que se encuentran nuestros adultos mayores que tanto nos han dado a nuestro país a través de su trabajo, esfuerzo y dedicación.
Recordemos que, el presidente Alberto Fernández en campaña allá por el 2019 aseguró que las jubilaciones se incrementarían en un 20%. No obstante, en un año los aumentos fueron de $4.987 por jubilación mínima y $4.317 para jubilaciones medias. De ésta forma, el aumento volvió a ser insuficiente y en el último año los haberes medios han percibido una corrosión de su nivel de vida del 1,9%. De las más altas de los últimos años. Hoy los jubilados se encuentran en el mismo nivel de vida que en 2011.
Cabe remarcar que no falta dinero para el aumento, sino sobra despilfarro estatal. Cómo es posible que mientras un asesor político que ningún valor agregado genera ni generó para nuestra sociedad hoy cobre $250.000 cuando un jubilado no llega ni a la tercera parte de ese sueldo luego de haber trabajado durante toda su vida. Es indignante que hoy tengan que sufrir tanto los que tanto hicieron por la Argentina.
Obviamente, esto es resultado de la falta de reformas estructurales como achicamiento del aparato estatal, baja impositiva, reforma del sistema previsional, apertura comercial, reforma laboral y educativa que promuevan el desarrollo y el progreso económico del país. Hasta que todos los argentinos no volvamos a ser prioridad para la política nacional será muy difícil que el nivel de vida de todos mejore en algún momento.
Fuente: El Cato