En el análisis de hoy me gustaría centrarme en la función de Bitcoin como medio de pago y hasta qué punto esta función confiere valor a un activo. Una crítica habitual hacia Bitcoin es que, después de más de diez años de existencia, no parece que se esté utilizando como medio de pago habitual online y menos aún en los supermercados o restaurantes. Es más, alrededor del año 2015 varias empresas importantes como Dell, Microsoft o Expedia anunciaron que admitían Bitcoin como medio de pago online pero, con el paso de los años, algunas de estas empresas fueron eliminando esa posibilidad por falta de uso.
Hoy en día atesorar tu patrimonio en un activo que se negocie en un mercado financiero es algo relativamente fácil y accesible gracias a la tecnología. Adquirir bonos, fondos de inversión, acciones, oro o Bitcoin desde tu móvil es un proceso cada vez más sencillo y barato. Y podría ser más sencillo y barato aún si no fuera porque las regulaciones y la falta de competencia introducen multitud de trámites y costes burocráticos y fiscales que no son verdaderamente necesarios ni son parte de la naturaleza de la operación. Por tanto, tener tu patrimonio atesorado, por ejemplo, en un fondo de inversión más o menos conservador y pasar al medio de pago habitual de tu país es una operación barata, sencilla y rápida.
Demandar un activo, sea dinero o no, consiste en mantener un saldo de ese activo durante un tiempo, es decir, atesorarlo. Demandar algo para deshacerte de él inmediatamente no confiere valor al activo en cuestión.
Las monedas como el dólar o el euro no mantienen su valor por el hecho de ser medios de pago, sino porque sus emisores actúan con la suficiente diligencia para mantener su valor razonablemente estable y que por tanto sea racional mantener saldos de tesorería en esas monedas, por lo menos a corto plazo.
La demostración clara de que ser medio de pago aporta bien poco, es que otros medios de pago que son moneda de curso legal o forzoso, como el Bolívar venezolano o el Peso argentino, no mantienen su poder adquisitivo incluso a pesar de que sus Estados fuerzan aún más si cabe su función de medio de pago mediante intervenciones agresivas como el control de capitales o incluso el control de precios. De poco les sirve. Más contundente aún es el hecho incontrovertible de que la práctica totalidad de las monedas que mueren por hiperinflación, lo hacen siendo medio de pago oficial.
Porque utilizar algo como medio de pago no es otra cosa que vender ese algo. Y cuando tu vendes algo es porque tiene menos valor para tí que lo que estás comprando. Por tanto, si el que recibe un medio de pago lo hace por una mera obligación legal pero no quiere atesorarlo, intentará deshacerse de él inmediatamente.
Carl Menger definió el dinero como aquel bien que todos queremos tener porque nos permite intercambiarlo por lo que necesitamos con la menor pérdida económica posible durante todo el proceso del intercambio, y esto incluye el tiempo de atesoramiento del medio de intercambio desde que lo adquieres hasta que lo transmites.
En una situación normal de una economía moderna, todos “hacemos cola” para obtener dinero a cambio de nuestras mercancías o servicios, los clientes son auténticos tesoros y muchas empresas se gastan verdaderas fortunas en marketing para conseguirlos, para conseguir su dinero. Cuando sucede al revés, cuando los clientes hacen cola con medios de pago en su bolsillo para comprar pan o una nevera, entonces es que ese medio de pago ha dejado de ser dinero. Ya no es el bien más demandado o más líquido. En este caso hasta la nevera es más demandada que el medio de pago en cuestión.
Bitcoin está en un proceso aún muy incierto. Aunque con el paso de los años va demostrando que sus cualidades no son solo teóricas sino una realidad: Duradero, sin riesgo de crédito, sin riesgo de inflación, barato de almacenar y asegurar, difícil de confiscar, etc.
Su demanda aún está muy lejos de estabilizarse pues aun mucha gente desconoce las cualidades de Bitcoin, y otros muchos dudan que estas cualidades se vayan a mantener. Pero estas personas van cambiando de opinión. Quizá haya personas que nunca cambien de parecer y ese sería el techo de la demanda de Bitcoin, pero hasta llegar a ese punto los que se van incorporando y los que ya se incorporaron pueden ir demandando más cantidad de Bitcoin, aunque también vendiendolos asustados cuando corrige de precio.
Pero si en estos ciclos los incrementos de demanda fueran mayores que los retrocesos, a la larga la demanda seguiría su escalada al alza hasta encontrar un punto de equilibrio. Si llegáramos a ese punto, los últimos en incorporarse posiblemente no llegarán a realizar reflexiones demasiado profundas, simplemente observarán que tiende a conservar bien su poder adquisitivo, y listo.
En definitiva, lo relevante es si Bitcoin es un buen medio de atesoramiento. Lo que los economistas suelen describir como “buen depósito de valor”. Ser medio de pago, o no, es muy poco relevante y menos aún en esta fase de descubrimiento. Primero tendrá que demostrar que sus cimientos son sólidos y solo entonces tendrá sentido plantearse construir las paredes y el tejado.
“No creo que volvamos a tener un buen dinero hasta que se lo quitemos al Gobierno de las manos, es decir, no podemos quitárselo violentamente, todo lo que podemos hacer es introducirlo astutamente de tal forma que no lo puedan parar.”
F.A. Hayek, 1984
Fuente: Instituto Juan de Mariana