En el 85 a.C. el escritor romano Publio Siro acuño una frase que marcaría un pensamiento muy rígido en la realidad de aquellos tiempos: “Es imposible ganar sin que otro pierda”. Este modo de pensar va en paralelo con el expansionismo militar romano, donde el saqueo de las tierras conquistadas era la principal fuente de ingresos del estado. Más cercanos en el tiempo, los procesos de colonización también se centraron en crecer a costa de los recursos de otros países menos desarrollados, un típico caso de juego de suma cero.
Sin embargo, con la llegada de la expansión de las rutas comerciales a inicios del siglo XV y la innovación tecnológica que proveía más y mejores navíos, se volvió posible sostener un intercambio de productos en grandes cantidades. El comercio entre países tomó importancia y las corrientes económicas que intentaban explicar esta situación iniciaban su desarrollo y expansión. Cabe mencionar que, si analizamos el comercio, es una situación donde se rompe la idea del juego de suma cero, debido a que los países que comercian entre ellos generaran beneficios mutuos, logrando de esta forman una mayor eficiencia en la producción, incentivando la innovación para incrementar la producción y fortaleciendo las alianzas comerciales entre países, tomando esta idea Mises (1949) mencionaba que “Las relaciones interpersonales son de carácter mercantil. El intercambio de bienes y servicios es siempre mutuo; ni al vender ni al comprar se pretende hacer favores; el egoísmo personal de ambos contratantes origina la transacción y el recíproco beneficio” es decir, un beneficio para ambas partes.
La llegada de la globalización después de la caída del muro de Berlín marcó un crecimiento sostenido del comercio de los países a nivel mundial, trayendo consigo un mayor desarrollo e interconexión de los habitantes del mundo. Hecho fue posible debido a que una sola potencia (Estados Unidos) dirigía todo el proceso de apertura comercial.
Pero qué sucede cuando la generación de los beneficios mutuos se tiñe de la desconfianza entre países, ya sea por diferencias ideológicas, culturales, o por una situación de competencia entre una potencia establecida y otra naciente. Esta situación la podemos observar en la actualidad. En el año 2017, con la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, se inició un enfoque radical contra China, las decisiones políticas tomaron un mayor peso y el intervencionismo entro en juego. Los beneficios generados a partir del libre comercio dejaron de ser un incentivo suficiente para promover una apertura unánime entre ambos países y entro en juego “la guerra comercial”, un típico caso de juego de suma cero.
Analizando la información de TRADE MAP en el año 2017 se observa que China es el principal socio comercial de Estados Unidos, representando el 22 por ciento de sus importaciones, los cuales se compusieron principalmente por equipos de transmisión, ordenadores, y piezas de máquinas de oficina. Al año 2022, se observa que este porcentaje disminuyó al 17 por ciento, esta baja se dio principalmente a causa de las limitaciones comerciales impuestas por ambos países. En el caso de las exportaciones, se observa que China representaba el tercer socio comercial, los principales productos exportados por EE.UU. fueron los circuitos integrados, la soja y los coches.
Es común denotar que, con el desarrollo de la industria china y el potencial del capital humano existente (China representa el 18% de la población mundial), la producción con mayor valor agregado se concentró en este país, debido a los bajos costos de fabricación, ocasionando el traslado y posterior concentración de inversiones en fábricas de todo el mundo, los cuales gozaban de mayores beneficios a comparación de otros países. Según la teoría económica respecto al comercio internacional, esta situación respondería al desarrollo y establecimiento de ventajas comparativas, desarrolladas por el país desde fines de los años 70, conseguida por la reforma económica implementada por Deng Xiopping. Si bien China ha logrado posicionarse como la segunda economía mundial, el peligro que representa por su ideología (es común escuchar casos de censura, desapariciones, limitación de la libertad de la protesta, etc.) y ambición territorial (problemas limítrofes con los países vecinos, India, Indonesia, Japón), hace que este sea un socio comercial no muy confiable para el mundo.
En conclusión, el comercio internacional se ha convertido en una fuerza poderosa que impulsa el crecimiento económico y la cooperación entre naciones. La expansión de las rutas comerciales y la tecnología permitieron un comercio más fluido y mutuamente beneficioso. Por lo tanto, el comercio no es un juego de suma cero, ya que las naciones pueden beneficiarse mutuamente al intercambiar bienes y servicios que tienen en exceso y que el otro necesita; impulsando así, una mayor eficiencia en la producción y la promoción de la innovación. Sin embargo, las relaciones comerciales pueden verse afectadas por la desconfianza entre países, ya sea debido a diferencias ideológicas, culturales o a la competencia entre potencias establecidas y emergentes. Un caso reciente es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que resultó en restricciones comerciales y cambios en los patrones de importación y exportación entre ambas naciones. Si bien el comercio internacional puede ser una fuerza positiva para el crecimiento económico y la cooperación global, las tensiones geopolíticas y las diferencias entre naciones pueden obstaculizar esta dinámica y afectar el equilibrio comercial, ocasionando la regresión a las reglas de los juegos de suma cero, como es el caso de la Roma de Publio Siro. Esto indica la importancia de la diplomacia y la cooperación internacional en la gestión de las relaciones comerciales en un mundo cada vez más interconectado, que será de mucha importancia para el futuro.
* Erick Roamir Vilca Espejo es economista peruano, capacitado y orientado a resultados, con amplia experiencia en el análisis económico, social, político y la toma de decisiones estratégicas vinculadas a la gestión pública y el desarrollo territorial. Actualmente es Pasante de la Fundación Internacional Bases.
Fuente: Fundación Internacional Bases