El mundo, y América Latina en particular, parece haber optado por subordinarse ante China poderosa sin cuestionamiento alguno. La dependencia económica esta tan real como bochornosa, y así de vergonzosa la sumisión de gobiernos y de organismos internacionales.
Con sus más de 1.411 millones de habitantes (el país más poblado del mundo), y sus 9.6 millones de kilómetros cuadrados de superficie (el cuarto país más grande del globo), a esta potencia económica y militar, una isla más pequeña que Cuba sí que le hace frente. Se trata de Taiwán, la isla valiente o mejor dicho la auténtica República de China.
Antes de entrar en materia, conviene entender –al menos en términos generales– la situación histórica y geopolítica china. Luego de la guerra civil china (1927-1949), entre comunistas y nacionalistas, la victoria fue para los comunistas a la cabeza de Mao Tse Tung; este triunfo le dio al Partido Comunista Chino el dominio de todo China continental hasta la fecha. Dadas las circunstancias, los nacionalistas se vieron obligados a refugiarse en la isla de Taiwan; desde allí, su gobierno se mantuvo afirmando ser el representante legítimo de la República de China, aunque con los años, y bajo el amedrentamiento de China Popular, fue perdiendo ese papel en el contexto internacional, como veremos más adelante.
El caso es que en el tiempo, la República de China “Taiwán” sorprendió por su rápido crecimiento resultado de la apertura de su economía, la revitalización de su industria y su paso adelantado a las innovaciones tecnológicas. Por si fuera poco, transformó su sistema político de gobierno, pasando de un régimen militar de un solo partido a una democracia multipartidista.
Hasta acá, usted dirá, ¿por qué sabemos tan poco de Taiwán?
Actualmente, la República de China “Taiwán” se ubica en el puesto número 6 del Índice de Libertad Económica publicado por Heritage Foundation y en el puesto número 17 en el índice de libertad económica publicado por el Fraser Institute; puntuaciones que le dicen al mundo que Taiwán es «mayoritariamente libre», que goza de «mercados abiertos», de «eficiencia regulatoria» y de «Estado de derecho». El informe de Heritage, fundación que elabora este índice, señala que estas buenas calificaciones se deben principalmente a la integridad de su modelo y de su gobierno. A todo esto hay que agregar que, de acuerdo al informe anual «People Power Under Attack 2020», Taiwán es “el único país de Asia con un espacio cívico abierto”, lo que quiere decir que se le reconoce como ejemplo en lo que refiere a derechos humanos y libertades civiles; justamente en una región donde varios países se caracterizan por constante censura y represión a disidentes, activistas y periodistas. Y ya para rematar: la isla más próspera y libre del mundo fue pionera en tomar en serio la agenda LGBT siendo el primer país asiático en legalizar el matrimonio homosexual.
Lamentablemente, sabemos casi nada de este país ejemplar. En principio, esto se debe a que la República de China “Taiwán” no es miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que fue reemplazada por la República Popular China en 1971. Asimismo, porque la China poderosa rechaza entablar relaciones diplomáticas con países que sí reconozcan a Taiwán; sin embargo, dado que su potencial económico es nada despreciable, importantes países sí mantienen vínculos a través de oficinas de representación. La República de China “Taiwán” no pertenece a la Organización Mundial de la Salud (OMS); gran error que ya nos costó muy caro considerando que Taiwán cuenta con suficiente experiencia en el manejo de crisis y epidemias; de haberse incluido a Taiwán en la OMS la batalla contra el COVID- 19 hubiera sido más efectiva y sobre todo más oportuna.
En síntesis, Taiwán está en primera línea en temas clave como la reducción del hambre, lucha contra la pobreza, sostenibilidad ambiental, y ha demostrado ser un gran aliado para mejorar las condiciones de vida de los países con más necesidades en Asia, África, América Latina y el Caribe. Es tremendamente perjudicial para el mundo que Taiwán esté restringido para participar en la comunidad internacional; es sencillamente un abuso de parte de China comunista.
Taiwán es referente de libertad, democracia, Estado de derecho y respeto por los derechos humanos. Defender a Taiwan es defender estos principios.
Fuente: El Cato