Estaba viendo la prueba femenina de salto en alto de Tokio 2020 y me preguntaba a mí mismo ¿cómo es posible que una mujer pase todo su cuerpo por sobre un obstáculo que se encuentra muy por encima de su propia altura?, cuando de repente me encontré contestándome: ¡y ni que hablar de la altura que saltan los hombres!
En ese momento pensé en la diferencia entre hombres y mujeres, pensé en la idea de igualdad entre iguales y lo importante que es entender que igual no sólo no es lo mismo que idéntico, sino que es exactamente lo opuesto. La igualdad es una de las formas de la diferencia. Vamos por parte.
Siguiendo el principio de igualdad entre iguales, en una olimpiada, compiten los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres… ¡y con los trans! La clara diferencia física entre los sexos obliga a separarlos a unos y otros en las competencias, pero siempre manteniendo las reglas. Es un caso típico de igualdad de derecho y desigualdad de hecho. Si pretendemos una igualdad de hecho o igualitarismo de resultados, deberían competir todos juntos.
¿Y qué pasaría si las competencias fueran unisex? Vamos con un ejemplo.
El récord de salto en alto de los hombres es de 2,45 metros y el de las mujeres es de 2,09. La regla es la misma para ambos sexos y los resultados son diferentes. Incluso si queremos ser rebuscados y pretendiésemos dar la medalla según la diferencia entre la altura del saltador y la altura saltada, estaríamos en el mismo problema, puesto que esta marca entre los hombres es de 0,59 metros mientras que en las mujeres es de 0,35.
Si forzamos aún más este tema de igualdad de hecho, también deberíamos unificar las olimpiadas con los juegos paralímpicos y que los saltadores con una pierna compitan con los con dos, aunque su récord sea de 1,89 metros.
Es evidente que, si hombres, mujeres y discapacitados compitiesen juntos, las medallas serían siempre para los representantes del patriarcado. ¿Y cuál sería la solución de este problema desde la óptica igualitarista?
Como son fanáticos de la igualdad de condiciones, quizás propusiesen para alcanzarla, amputarles una pierna a los hombres no lisiados y ponerle plomo en las zapatillas a las mujeres. Para ellos, la amputación y el plomo serían un acto solidario del privilegiado con el que menos tiene, sería un pequeño sacrificio en pos de un bien superior, en pos del bien social.
O a lo mejor deciden ponerle resortes a las mujeres y cohetes a los minusválidos para así “elevar” a ambos grupos a la altura de los hombres. Porque seguro el hetero patriarcado capitalista y explotador pensó las reglas del salto en alto para discriminar a mujeres e inválidos, por lo tanto, es justa y necesaria promover la discriminación positiva que rompa las reglas de igualdad ante la ley.
Ahora veamos cómo resuelve esta situación un amante de la libertad.
Pues mantiene las mismas reglas para todos y los divide en distintas categorías según sus diferencias sexuales y sus discapacidades. Aplica la igualdad de derecho, trata a todos con las mismas pautas y no pretende imponer a la fuerza la igualdad de hecho.
Las diferencias físicas entre hombres y mujeres son evidentes, por eso resulta injusto que ellas compitan con ellos. Pero como sucede en otros contextos, aquí también mete sus garras el monstruo del posmodernismo y genera un desastre.
Los defensores del desvarío de la identidad de género, como necesitan ser consecuentes con su estupidez, dicen que quien se auto percibe mujer es mujer. Por eso debe ir al baño de mujeres, ir a la cárcel de mujeres, jubilarse como mujer, ¡y enfrentar en el boxeo a mujeres! Si esto no es algo injusto, entonces no sé qué cosa lo sea.
También resulta interesante ver cómo estos imbéciles que defienden esta locura que les permite a los hombres con “disforia de género” invadir el deporte femenino compitiendo injustamente con ellas, sean los mismos tarados que quieren cupos femeninos laborales y políticos, justo en los espacios donde lo físico no tiene importancia.
Este “trato diferencial” de ambos sexos en el ámbito intelectual, laboral o político resulta injusto para con los hombres y terriblemente denigrante para las mujeres.
Por eso te invito a despertar ante esta ideología que disfrazada de buenismo, solo pretende destruir tu derecho a ser diferente, tu derecho a ser un individuo orgulloso de tu identidad distinta a todos. Celebremos en libertad nuestras diferencias y defendamos sin descanso la única herramienta que nos asegura recibir un trato justo; defendamos la igualdad de derecho de todos y cada uno de nosotros.
P.D.
Por último, quisiera dejar un bonus. El primer récord del mundo en salto en alto fue del canadiense John Overland, quien superó 1,67 mts. en 1839. Con el paso de los años se fue cambiando la técnica de salto hasta llegar a los 2,45 actuales.
De esta evolución podemos concluir que no se trata solo de las condiciones innatas, no todo depende del punto del que partimos, en este caso las características físicas del saltador.
Así como el desarrollo de técnicas de entrenamiento y de salto, y el avance tecnológico en cosas como las zapatillas permitieron alcanzar marcas inimaginables hace un siglo; del mismo modo el ser humano puede superar las limitantes de su contexto, puede desarrollarse y crecer. Lo único que se necesita para alcanzar la más alta expresión de uno mismo es libertad, respeto, esfuerzo y entendimiento.
Fuente: Fundación LiberAr