Cada día que pasa, el número de vidas perdidas por muertes relacionadas con el COVID-19 sigue creciendo trágicamente. Sin embargo, en una tendencia menos notoria, pero igualmente importante, seguimos escuchando sobre las innumerables muertes causadas por las medidas de confinamientos destinadas a detener la propagación del virus.
Lo último en este trágico recuento es un nuevo conjunto de estadísticas que muestran que las muertes por sobredosis de drogas se dispararon en 2020, en medio del apogeo de los confinamientos por la pandemia.
«Nuevas estadísticas muestran que más estadounidenses murieron de sobredosis de drogas en el año hasta septiembre de 2020 que cualquier otro período de 12 meses desde que comenzara la epidemia de opioides», informa Axios. «El obstinado aumento de estas «muertes por desesperación» muestra que la epidemia de opioides todavía tiene espacio para crecer y que algunas de las medidas de distanciamiento social que tomamos para frenar la pandemia pueden haber traído efectos secundarios mortales».
Publicadas esta semana por los Centros de Control de Enfermedades (CDC en inglés), las cifras muestran que al menos 87.000 personas murieron por sobredosis entre octubre de 2019 y septiembre del 2020. Esto supone un aumento del 29% con respecto al mismo periodo del año anterior.
¿Cómo sabemos que los encierros por la pandemia tienen gran parte de la culpa?
Bueno, el período medido incluye la primavera y el verano del 2020, los dos períodos de la pandemia hasta la fecha cuando los cierres fueron más estrictos y generalizados. Y, según informa Axios, «aunque las muertes por sobredosis de drogas habían empezado a aumentar en los meses previos a la pandemia… el mayor pico de muertes se produjo entre abril y mayo de 2020, cuando los cierres fueron más estrictos». (El énfasis es mío).
Mientras tanto, los estudios muestran que la gente consumía más drogas durante la pandemia y era más probable que lo hicieran solos, lo que aumentaba el riesgo de sobredosis mortales. Estas tendencias están claramente impulsadas más por el aislamiento, la desesperación y la soledad de los encierros relacionados con la pandemia que por el propio virus.
Por supuesto, que haya más personas con sobredosis de drogas no es en absoluto lo que querían los defensores de los confinamientos estrictos. En la mayoría de los casos, querían sinceramente proteger a la gente. Pero las buenas intenciones no garantizan buenos resultados, y la acción gubernamental generalizada es un martillo contundente que siempre va a golpear más que el clavo al que apunta.
«Los legisladores deben ser muy conscientes de que toda acción humana tiene consecuencias intencionadas y no intencionadas», explican Antony Davies y James R. Harrigan de la Fundación para la Educación Económica (FEE). Los seres humanos reaccionan a todas las normas, reglamentos y órdenes que impongan los gobiernos, y sus reacciones pueden tener resultados muy diferentes a los que pretendían los legisladores». Así que, aunque haya lugar para la legislación, ese lugar debe estar definido tanto por una gran precaución como por una tremenda humildad».
Las medidas gubernamentales de confinamientos sin precedentes fueron todo menos cautelosas y humildes. Y aunque los verdaderos beneficios de los confinamientos para la salud pública no estén claros, las consecuencias mortales imprevistas que provocaron son dolorosamente obvias.
VER: TESTIMONIO DEL SENADO: Suicidio infantil y consecuencias letales del cierre