Alberto Fernández anunció el jueves una nueva extensión de la cuarentena. Si este artículo no llevara fecha, podría ya ser parte tanto del mes de marzo, del de abril, mayo o junio. Es que hace casi 80 días que es siempre lo mismo: “Dos semanas más.” Se cumplen las dos semanas, y todo vuelve a empezar.
Esta vez, sin embargo, se anunció que gran parte del país podía volver a cierta normalidad, pero que el Área Metropolitana de Buenos Aires seguiría con sendas restricciones a la libertad.
El motivo es el COVID-19, que lleva generados 21.000 infectados oficiales en el país de los cuales murieron 632, 80% de ellos personas mayores de 60 años. Así que mientras Kicillof dice que esta es una enfermedad que afecta a todos, los datos le muestran que no es así.
El coronavirus puede infectar a muchos, pero afectar gravemente hasta el punto de la muerte, lo hace a una pequeña proporción de aquellos y con un rango de edad específico. O sea, si el coronavirus nos afecta a todos, no es por la enfermedad misma, sino porque producto de la paranoia generada, el país se ha parado en seco.
El frenazo económico resultó un buen escenario para escuchar las reflexiones del presidente Alberto Fernández. Dijo nadie, nunca. Pero bueno, avancemos.
Comentando sobre su reunión con algunos empresarios, y lamentándose de la situación que todos atravesamos, sugirió que “fue una muy buena reunión, en la que estuvimos de acuerdo en que un capitalismo que no sea más justo no es un buen capitalismo”.
Luego profundizó:
“Queremos un capitalismo donde todos ganen, no donde unos ganen y otros pierden. Que todos ganen en la medida de lo que aportan, pero que haya un equilibrio social más justo.
La visión del presidente no resiste el análisis.
Es que, en primer lugar, la situación que atravesamos no es responsabilidad del capitalismo, sino de su franca proscripción. En segundo, porque los países capitalistas andan mucho mejor que los no capitalistas. Por último, porque ni los más recalcitrantes socialistas afirman hoy que en el capitalismo haya ganadores y perdedores en términos absolutos.
Veamos esto en detalle.
El problema no es el capitalismo
Los datos económicos que se van conociendo en el país son lamentables. La actividad industrial, que ya había caído 17% anual en marzo, volvió a caer 33,5% anual en abril. La actividad económica general, que se contrajo un 11% anual en marzo, podría caer cerca de 20% en abril.
¿Qué explica la profundización de la caída? Una variable muy sencilla: la extensión de la cuarentena. Es decir, mientras que en marzo solo hubo 10 días de cuarentena estricta, en abril esta medida se prolongó por todo lo que duró el mes.
Es decir, cuanto más restringió el gobierno la actividad económica, más se derrumbó ésta, lógicamente.
¿Qué quiere decir esto? Bueno, que cuanto menos respeto por el capitalismo hubo (es decir, menor respeto por el sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y en el libre uso de éstos por parte de sus dueños) peor fue el desempeño económico, menor fue la producción, mayor será desempleo y mayor la pobreza.
¿Realmente cree alguien que es necesario arreglar el capitalismo? Porque a la luz de la evidencia, yo creo que lo necesario es que éste vuelva a aparecer, ¡Cuanto antes mejor!
Sueldos capitalistas
Los populistas locales suelen llorar de la emoción cada vez que en Estados Unidos algo sale mal. La legisladora porteña Ofelia Fernández, por ejemplo, se refirió recientemente a “los descartados” del sistema yanqui, mostrando imágenes de las protestas generadas tras la muerte de George Floyd a manos de la brutalidad policíaca.
Ahora bien, cuando uno se abstrae de imágenes circunstanciales, llega a la dura realidad de que el norteamericano promedio, que vive en ese infierno neoliberal y ultracapitalista que es la “America de Trump”, gana nada menos que 4 veces más que el habitante de la Argentina Popular y Peronista.
De acuerdo con los últimos datos publicados por la Seguridad Social de los Estados Unidos, en 2018 un asalariado estadounidense promedio embolsó en el año USD 50.000. Por otro lado, el salario mediano fue de USD 32.838. Si a esos números les sumamos un 3% para 2019, podemos comparar con los datos argentinos divididos por el tipo de cambio promedio del año.
Así, en Estados Unidos en 2019 el salario mediano fue de USD 33.495 versus 9.385 del argentino. Los valores promedio resultan en USD 51.000 contra USD 12.000.
Es decir, los salarios capitalistas son entre 3,6 y 4,2 veces superiores a los salarios peronistas. Poco para pensar, ¿no?
Los perdedores
Finalmente, queda reflexionar sobre la idea de un capitalismo con ganadores y perdedores. Por supuesto, cuando uno escucha esto no puede más que pensar en la famosa división de la sociedad entre empresarios explotadores y trabajadores explotados que según Marx permite el capitalismo.
Sin embargo, ni siquiera Thomas Piketty, uno de los más acérrimos y reconocidos críticos del capitalismo a nivel global sostiene ya esta idea. En su libro “La Economía de las Desigualdades”, el autor francés admite que:
“… entre 1870 y 1994, el poder adquisitivo de un obrero se multiplicó por 8 aproximadamente. Por otro parte, esta progresión espectacular de los niveles de vida durante el último siglo capitalista se dio en todos los países occidentales. Por ejemplo, en los Estados Unidos el salario obrero por hora de trabajo se multiplicó por 11 entre 1870 y 1990…”
La famosa crítica de Piketty al capitalismo no descansa, de hecho, en perdedores absolutos, sino en quienes, a pesar de mejorar su situación económica año tras año, no mejoran tanto como otros. Es que, según esta mirada, la riqueza de los ricos crece al 6%, mientras la riqueza de los menos ricos lo hace al 2%.
Uno podría dedicar un artículo completo a analizar esta idea mal construida, pero incluso tomándola como rigurosamente cierta, vemos que en el sistema capitalista “todos mejoran”, lo que, por supuesto, echa por tierra la noción de “ganadores” versus “perdedores”.
Obviamente, no diré que el capitalismo es color de rosa para todos y cada uno de los involucrados. Si lo fuera, no habría tanta resistencia intelectual, política y social al sistema. Pero la evidencia sí nos permite ver que, en promedio, ha sido el sistema más exitoso para hacer crecer las economías y reducir la pobreza.
Para concluir, ni el capitalismo es responsable de nuestra crisis, ni Argentina necesita revisarlo. Muy por el contrario, si algo necesitamos, es tener aunque sea un poco.
Fuente: Los Mercados