¡Qué logro tan brillante! Cadenas de suministro repatriadas. Reducción de los déficits comerciales. Reducción del comercio depredador. Un enorme buque portacontenedores de 1.312 pies de largo, el Ever Given, hizo con su enorme volumen lo que las meras leyes no habían conseguido: bloquear el flujo de mercancías, muchas de las cuales estaban destinadas a ser llevadas a Estados Unidos. Lo hizo encallando en el Canal de Suez, por el que pasa cada año aproximadamente el 30% del volumen mundial de contenedores. Fue un logro verdaderamente heroico.
Al encallar su barco en el Canal de Suez, los propietarios del Ever Given, la empresa japonesa Shoei Kisen KK, hizo realidad unilateralmente el sueño de Peter Navarro y otros proteccionistas radicales. Durante siete gloriosos días se impidió el paso de mercancías por el Canal de Suez con valor de más de 9.000 millones de dólares al día. Gran parte de esa mercancía se dirigía a Estados Unidos y se habría sumado al «déficit comercial», causando así (supuestamente) estragos en Estados Unidos. Muchos cientos de barcos cargados con cientos de miles de contenedores llenos de todo tipo de exportaciones siguen retenidos. Las repercusiones en las cadenas de suministro seguirán sintiéndose mucho después de que las fuerzas del libre comercio hayan recuperado el barco. Según Lars Jensen, director ejecutivo de SeaIntelligence Consulting, con sede en Dinamarca, «el efecto no va a ser sólo el simple e inmediato con el retraso de la carga en las próximas semanas, sino que tendrá repercusiones varios meses después en la cadena de suministro».
Los proteccionistas deberían premiar al capitán del Ever Given con una medalla por bloquear -literalmente- el comercio. Los proteccionistas buscan bloquear el comercio. Y eso es lo que ha hecho el Ever Given. (Los librecambistas argumentan que el proteccionismo no es un término descriptivo útil, porque bloquear el comercio no protege a un país, aunque sí protege los intereses especiales de la competencia).
Por supuesto, ninguna persona seria propondría un premio al capitán del Ever Given, pero realmente no hay diferencia económica entre el peso de un barco gigantesco que bloquea físicamente el comercio y la policía armada de la Patrulla de Aduanas y Fronteras que bloquea coercitivamente el comercio.
Algunas personas ven el comercio intra-fronterizo como algo negativo. Creen que cuando se les compra algo a los extranjeros, se está perdiendo. Por tanto, deberían alegrarse cuando se bloquea la entrada de mercancías en su país. El ex presidente Donald Trump declaró célebremente: «China ha estado sacando 500.000 millones de dólares al año de nuestro país y reconstruyendo China». En su opinión, esa riqueza salió de Estados Unidos y se fue a China, una opinión que curiosamente pasa por alto todas las cosas que los productores de China envían a los estadounidenses, como ordenadores, muebles, circuitos integrados, equipos deportivos, máquinas eléctricas y, sí, té. Y deja de lado todas las cosas que los productores estadounidenses envían a China, desde aviones hasta soya, autos, camiones e incluso instrumentos ópticos y médicos. El proteccionista piensa que si uno envía dinero al extranjero, está perdiendo. Por la misma lógica, cuando envío dinero al supermercado de mi localidad, la riqueza está saliendo de mi casa para construir la de otro. Yo «pierdo» cada vez que compro comida del supermercado, o electricidad de la compañía eléctrica o medicamentos de la farmacia. Este punto de vista se conoce como «balanza comercial».
Adam Smith, en su obra maestra de 1776, señaló que «Nada… puede ser más absurdo que toda esta doctrina de la balanza comercial, en la que se basan, no sólo estas restricciones, sino casi todas las demás regulaciones del comercio. Cuando dos lugares comercian entre sí, esta doctrina [absurda] supone que, si la balanza está equilibrada, ninguno de ellos pierde ni gana; pero si se inclina en cualquier grado hacia un lado, uno de ellos pierde y el otro gana en proporción a su declinación del equilibrio exacto».
La doctrina de la balanza comercial existe desde hace siglos. También ha sido refutada durante siglos, pero, al igual que la «falacia del jugador» (pensar que la observación de cinco lanzamientos de moneda que resulten en «cara» hace más probable que la siguiente sea «cruz»), es persistente. Al igual que la falacia del jugador, la falacia de la balanza comercial tiene que ser desmentida una y otra vez.
El economista Henry George señaló una vez que bloquear el comercio es imponernos un embargo, y que «lo que la protección nos enseña es a hacernos en tiempo de paz lo que los enemigos pretenden hacernos en tiempo de guerra». Podríamos añadir que también nos enseña a celebrar el bloqueo del paso de los barcos que transportan mercancías por los canales. Por supuesto, si no celebramos el bloqueo físico del comercio, no deberíamos celebrar ningún otro medio para bloquearlo. Las falacias del proteccionismo, al igual que la falacia del jugador, pueden explotarse con un poco de pensamiento lógico.