Silk Road fue un mercado en línea que ofrecía a través de internet toda clase de productos, pero que se enfocaba principalmente en la venta de drogas. A través del sitio era posible adquirir sustancias tales como marihuana, heroína y LSD, entre otras.
Fue lanzado en febrero de 2011 y clausurado por el FBI en octubre de 2013. Ross Ulbricht, uno de los administradores del sitio, fue juzgado y condenado por lavado de activos, hackeo de ordenadores y conspiración por tráfico de narcóticos en febrero de 2015. Al día de hoy, se encuentra cumpliendo una condena de cadena perpetua sin posibilidad de libertad bajo fianza.
Silk Road fue mediáticamente expuesto como otro caso más de mercado ilegal de drogas. Al funcionar en la Deep web, se vinculó falsamente y «por arrastre» al arriendo de sicarios y pornografía infantil. Un mecanismo que suele desorientar al usuario promedio de redes en internet, quien únicamente vincula «privacidad» con toda clase de evocaciones a la pedofilia y al cine snuff.
Sin embargo, en este caso en particular, es posible encontrar una serie de elementos políticos e ideológicos que, desde cierta perspectiva, convierten a Silk Road en el primer mercado que siguió expresamente las directrices del cypherpunk, en cuanto doctrina libertaria, promotora de la privacidad y de la defensa de la libertad individual frente al abuso de autoridad del Estado.
Los fundamentos de Silk Road
En 2011, el periodista de Wired, Adrian Chen, publicó un artículo sobre este nuevo mercado donde era posible “vender drogas en línea como libros o ampolletas”. Esta publicación interesó de manera especial a otro periodista del mismo medio -Andy Greenberg- quien además logró contactar al administrador del sitio, conocido como “Dread Pirate Roberts” (DPR), a quien luego de ocho meses de insistencia, pudo entrevistar. De esta conversación, surgieron varios de los conceptos que sostenían a Silk Road.
De acuerdo a palabras del propio DPR, se trataba de una plataforma que no permitía la venta de nada “cuyo propósito sea dañar personas inocentes”. Que además estaba prohibida la venta de dinero falsificado y que no estaban permitidos ni los sicarios, ni la pornografía infantil.
Otro de los dichos del pirata Roberts, recogidos por Greenberg, aludían a que se trataba sobre todo de una “forma de salir de la regulación del Estado”, puesto que este trataba de controlar no solo el uso de drogas, sino que “casi todos los aspectos de nuestras vidas”. Sin un Estado omnipresente, aparece la “oportunidad de vivir tu vida como mejor te parezca”.
Asimismo, otra de las preocupaciones de DPR tenía relación con la privacidad de las comunicaciones en una sociedad donde es posible que los gobiernos accedan a toda clase de información privada de los ciudadanos. Silk Road, combinando el uso de Tor, un explorador construido para preservar el anonimato, y Bitcoin, la criptomoneda de transacciones seudónimas, pretendía ser un instrumento de transición hacia un estándar basado en comunicaciones cifradas.
La lectura de Ludwig von Mises
Ross Ulbricht -la persona real detrás de Dread Pirate Roberts- es un graduado en Física y en Ciencias e Ingeniería de Materiales, ambos títulos obtenidos mediante beca en las Universidades de Texas y de Pensilvania, respectivamente.
Posteriormente a su formación académica, se interesó en el estudio de las doctrinas libertarias y en particular del economista austriaco Ludwig von Mises. Al igual que muchos libertarios, von Mises comparte la idea de que el control de uso de drogas por parte del Estado suele “abrir una caja de Pandora de otros peligros”. Una premisa que se observa claramente en países cuyas estrictas regulaciones terminan por agregar problemas adicionales iguales o peores que la adicción: convierte a los adictos en delincuentes, acrecienta el riesgo de la venta de sustancias contaminadas, potencia la actividad de narcotraficantes y la inseguridad en los sectores donde operan. Por otra parte, aumenta la población carcelaria, derivada de delitos asociados a la compra-venta de sustancias prohibidas, entre otros.
Por otra parte, dice Mises que “una vez que se admite el principio de que es obligación del gobierno proteger al individuo de su propia estupidez, no pueden darse objeciones serias contra posteriores limitaciones”. Dejar que el Estado interfiera en el modo de vida de las personas, nos enfrenta al riesgo de que este pueda terminar restringiendo “hasta el más pequeño detalle”.
El papel de la criptotecnología en posibles modelos libertarios
Ulbricht pagó caro su atrevimiento. Al día de hoy, todos sus intentos de recuperar la libertad han sido fallidos, incluida una petición de clemencia, todavía vigente a través de change.org. Esto pese a que muchas de las acusaciones, gracias a las que se le condenó a cadena perpetua, nunca fueron probadas. A esto se suma una serie de irregularidades en el proceso judicial que incluyó la recopilación de información por medios ilegales. Uno de ellos fue conseguir su captura, realizando montajes que incluían contratación de sicarios por parte de Ulbricht y supuestos asesinatos mandados a ejecutar por él, a través del sitio Silk Road.
Ha repetido en numerosas ocasiones que se arrepiente. Declaró que lo aprendido de Silk Road es “que cuando le das libertad a la gente, no sabes lo que harán con ella». Obviando el hecho de que su prioridad es ahora recuperar su libertad, subyace la idea de que la libertad precisamente se trata de asumir las consecuencias de ejercerla. Pero ya no en términos punitivos arbitrarios que emanan de un Estado autoritario, sino del derecho a la elección individual. De tener incluso la libertad de elegir la autodestrucción.
La creación de Bitcoin nació precisamente al calor de una discusión directamente emparentada con los principios de Mises que deslumbraron a Ulbricht. Y este experimento de corta duración que fue Silk Road, más allá de las opiniones y perspectivas éticas que pueda generar, aportó un nuevo e importante precedente a un debate esencial: cuál es el límite de la intervención del Estado en el ejercicio de la libertad individual.
Fuente: Academia Blockchain