Si escuchara lo que dicen ciertos políticos y comentaristas, la economía estadounidense sería más fuerte hoy —más “resistente”— si fabricáramos más e importásemos menos. Muchas de estas mismas personas señalan a Alemania, que tiene una economía más enfocada en manufacturas y exportaciones, como un modelo para una nueva política industrial estadounidense que supuestamente fortalecería la economía nacional frente a los futuros shocks económicos similares al COVID-19.
Resulta, sin embargo, que tener una economía dependiente de las manufacturas y el mercantilismo también tiene sus desventajas:
“Más de un 40 por ciento de las empresas alemanas dijeron que habían perdido ventas debido a problemas de oferta en una encuesta de agosto realizada por la Asociación de Cámaras Alemanas de Industria y Comercio. A nivel de Europa, las exportaciones hubiesen sido un 7 por ciento más altas durante los primeros seis meses del año si no fuese por los cuellos de botella en la oferta, según el Banco Central Europeo.
Mientras que toda economía en el mundo está sufriendo de escasez, Alemania es particularmente sensible debido a su dependencia de las manufacturas y el comercio. Casi la mitad de toda la producción alemana depende de las exportaciones de autos, maquinaria y otros bienes, comparado con solo un 12 por ciento en EE.UU.
Porque Alemania es una nación de fábricas, ‘el impacto es dramático’, dijo Oliver Knapp, un socio de Roland Berger, una consultora basada en Múnich”.
Y, no, la re-ubicación de las cadenas de suministro no necesariamente resolvería los problemas de Alemania:
“Algunos líderes políticos incluso han sugerido que la pandemia podría tener un lado positivo, porque inspirará a las empresas a traer de vuelta las manufacturas a Europa y a EE.UU., creando empleos bien remunerados en las fábricas.
Pero deshacer las redes que mueven los productos alrededor del mundo no es tan fácil, y puede que incluso no sea una buena idea, según dicen algunos economistas y administradores de empresas.
La presunción ampliamente difundida de que los proveedores cerca de cada son más confiables no siempre ha demostrado ser cierta. Durante el tumulto causado por la pandemia, algunas empresas alemanas tuvieron más dificultad obteniendo insumos de Francia o Italia, debido a las cuarentenas estrictas, que lo que experimentaron obteniéndolos de Asia.
‘No es el caso de que si no dependiéramos de China hubiésemos pasado la crisis sin problemas’, dijo Alexander Sandkamp, un economista que estudia las cadenas de suministro en el Instituto Kiel para la Economía Mundial en Kiel, Alemania”.
Nada de esto es para decir que el modelo estadounidense es perfecto, pero las batallas actuales de Alemania son perfectamente consistentes con las investigaciones pasadas (vea mis estudios aquí y aquí, por ejemplo) mostrando que las manufacturas y el mercantilismo no son una receta sencilla para la resiliencia económica, que los shocks económicos domésticos pueden causar los mismos problemas de cadenas de suministro que los extranjeros, y que la economía estadounidense no es ni remotamente tan vulnerable ante la turbulencia económica global como muchas veces se dice.
La realidad, resulta, es realmente complicada.
Fuente: El Cato