El 30 de abril, los Centros para Control y Prevención de Enfermedades reportaron que 100 millones de estadounidenses ahora están totalmente vacunados —cerca de la mitad de la población adulta de EE.UU. Más de 147 millones han recibido al menos una inyección.
La inmunidad inducida por la vacunación junto con los cerca de 32 millones de casos confirmados de COVID en EE.UU. (la cifra real de casos puede que varias veces superior a este número), es la razón por la cual las tasas de casos y hospitalizaciones en EE.UU. continúan su tendencia a la baja, y por qué cierto grado de inmunidad de rebaño puede que no esté tan lejos. Como para agregar un signo de exclamación a estas buenas noticias, Disneyland abrió sus puertas ese mismo día, luego de haber estado cerrado por más de un año.
Las tres vacunas disponibles en EE.UU. merecen gran parte del crédito por las buenas noticias. La eficacia sin precedente y el excelente perfil de seguridad de estas vacunas debería disminuir las preocupaciones de los reacios a vacunarse. Aún así un resuelto 20 po ciento de los adultos le dicen a la Fundación Kaiser Family en una encuesta que se niegan a ser vacunados y que solo lo harán si son obligados a hacerlo.
A inicios de esa misma semana los CDC anunciaron que es seguro para las personas totalmente vacunadas caminar en exteriores sin una mascarilla considerando que no estén en lugares de alta aglomeración. El anuncio de los CDC vino luego de que varios estudios durante el último año mostraran que el riesgo de transmisión en exteriores —incluso entre las personas no vacunadas— es extremadamente bajo.
Aún así, mientras caminaba solo hacia mi auto en un parqueo el otro día, fui escarmentado por una mujer que estaba a varias yardas de distancia porque yo no estaba usando una mascarilla. La mujer portaba doble mascarilla y también estaba utilizando un visor facial. Le dije acerca de las nuevas recomendaciones de los CDC acerca del uso de mascarillas en exteriores y que estaba totalmente vacunado. La mujer respondió que ella también estaba totalmente vacunada pero que sabe que es mejor que caminar en exteriores portando una mascarilla. Mientras me daba cuenta de que no había nada que ganar de esta conversación, subí a mi auto y me fui.
La mujer hubiera estado de acuerdo con el Administrador de Brookline, Massachusetts, quien anunció el 30 de abril que a pesar de las nuevas recomendaciones de los CDC, y a pesar de que el estado estaba relajando su mandato en torno a las mascarillas, la orden de usar mascarillas en exteriores seguirá vigente en en Brookline.
Un estudio reciente de la Universidad de California en San Diego descubrió que la ideología política predice tanto la negación a vacunarse como el miedo a la pandemia del coronavirus. Aquellos que se identifican como Republicanos suelen ver la pandemia viral como algo menos amenazante y son más reacios a vacunarse. Aquellos que se identifican como Demócratas suelen ir en la dirección contraria. Los investigadores señalan la evidencia de que ambos grupos son culpables del sesgo de confirmación mediante la exposición diferenciada a los canales de televisión y a las redes sociales.
Sin duda, hay algunas personas que tienen razones médicas o religiosas para no vacunarse. Y hay algunos que tienen deficiencias inmunológicas u otras razones de salud para utilizar mascarillas en exteriores y lo estaban haciendo antes de la pandemia del COVID-19. Pero el enfoque aquí está en los comportamientos específicamente relacionados con el SARS- CoV- 2.
Aquellos que usan mascarillas en exteriores mientras trotan, andan en bicicleta o conducen solos en sus autos tienen algo en común con aquellos que se niegan a vacunarse: ambos grupos se niegan a permitir que la evidencia cambie su comportamiento. Pero aquí es donde terminan las similitudes: usar una mascarilla a pesar de la abrumadora evidencia de que es innecesario hacerlo podría ser un sinsentido, pero no perjudica a nadie; negarse a ser vacunado a pesar de la evidencia abrumadora acerca de la seguridad de la vacuna y su eficacia potencialmente perjudica a otros.
Fuente: El Cato