«Introduciéndonos en el pensamiento de Karl Popper»

Entrevista a Federico N. Fernández
FuenteCataláctica

El 17 de septiembre se estarán cumpliendo dieciséis años del fallecimiento del gran filósofo austríaco Karl Raimund Popper. En ocasión de este nuevo aniversario, desde el Comité Editor de Cataláctica, consideramos oportuno realizar un humilde homenaje a tan eminente pensador.

Siendo nosotros mismos la prueba de la veracidad de la frase del profesor Antiseri [1] de que “la realidad es, que a un interés ampliamente difundido por Popper, corresponde no raramente una verdadera propia falta de información sobre sus teorías de mayor relieve”; es que  nos pareció conveniente realizar la siguiente entrevista a Federico Fernández, Presidente de la Fundación Bases y asiduo estudioso del pensamiento de Karl Popper, para que nos introduzca en las ideas de tan importante filósofo. Los invitamos a disfrutar de su lectura así como nosotros disfrutamos su realización.

CATALÁCTICA: Cuando se habla de Popper se lo identifica con el realismo crítico, el criticismo o la escuela crítica. ¿Nos podría explicar estos términos?

FEDERICO FERNÁNDEZ: Sin dudas que el nombre de Popper y su filosofía se asocian comúnmente a los términos que Ud. mencionaba. Sin embargo, ante todo deberíamos identificar a Popper con la filosofía que él mismo desarrolló, llamada “racionalismo crítico”.

Por racionalismo crítico, creo, debe entenderse la decisión de no dejar ningún enunciado, teoría o posición tomada fuera del ámbito de la discusión crítica. El racionalismo crítico, por tanto, no se reduce a ser una metodología de la ciencia ni un proceder que esté ligado a determinados ámbitos de la praxis humana. Por supuesto, adherir a la filosofía popperiana tiene consecuencias metodológicas en ciencia: la más importante es la de dar participación a la realidad a fin de testear críticamente nuestras hipótesis y teorías (lo que Popper llamó “falsación”). Sin embargo, la facultad crítica es, para Popper, distintivamente humana y puede aplicarse en cualquier ámbito de nuestras vidas. A lo sumo, la ciencia es uno de los ámbitos adonde dicho mecanismo mejor se aplica.

C: El cosmólogo Herman Bondi ha dicho que “la ciencia se reduce a su método y el método de la ciencia a cuanto ha dicho Popper sobre él”, y según Popper “el método de la ciencia es el método de conjeturas audaces e ingeniosas seguidas por intentos rigurosos de refutarlas”. ¿Podría explicarnos un poco de dicho método?

FF: El “éxito” de muchos filósofos suele consistir en destacarse entre sus pares. El caso de Popper es casi el opuesto. Más allá de cosechar un grupo de brillantes discípulos, su obra tuvo mucho menos reconocimiento por parte de los filósofos profesionales del que merecía. No obstante, buena parte de los elogios y la aceptación de la misma llegó del mundo científico. Quiero decir, muchos hombres de ciencia de gran renombre no dudaron en afirmar que las sugerencias popperianas fueron de gran ayuda para ellos. La lista de científicos “popperianos” es tan larga como destacada. Al punto de incluir varios premios Nobel, tales como: Peter Medawar (Medicina/Fisiología), John Eccles (Medicina/Fisiología), Max Perutz (Química) y Peter Mitchell (Química). No se me ocurre un mejor elogio para un filósofo de la ciencia que el hecho de lograr tan fructífera interacción con los practicantes de su objeto de estudio.

De cualquier manera, Popper siempre enfatizó que no existe tal cosa como “el” método científico y que, en el mejor de los casos, podemos encontrar algunas indicaciones que nos permitan conducirnos mejor en la resolución de problemas. Por tanto, creo que hay que reconocer los aportes de Popper a la metodología pero sin caer en una absolutización de los mismos.

Ahora bien, a lo largo de la historia de la filosofía y de la ciencia encontramos una fuerte tendencia hacia la búsqueda de certeza. Es decir, cómo justificar nuestras creencias o teorías de forma que podamos estar seguros de ellas. Esta tendencia se ve reflejada incluso en expresiones del lenguaje cotidiano como, por ejemplo, cuando decimos “a ciencia cierta” o “comprobado científicamente”. Popper, por su parte, plantea que la falibilidad humana hace que no podamos estar seguros de nuestro conocimiento. Lo que sí podemos hacer es proponer conjeturas explicativas sobre la realidad e intentar refutarlas mediante severos tests. De modo que, si bien no podemos “probar” la veracidad de nuestras teorías, si podemos someterlas experimentalmente al control de la realidad y dejar que ésta les diga “no”.

Las implicancias de esta idea son vastísimas. Entre las más importantes se encuentra la supresión de las autoridades cognitivas. En tanto nuestro conocimiento es falible y conjetural, toda certeza tiene carácter de autosugestión. Otra, de igual importancia, es que los tests exitosos nunca prueban la veracidad. El pasar exitosamente instancias experimentales sencillamente corrobora una teoría de manera provisional. Finalmente, una de las cosas más estimulantes que Popper nos está diciendo es que siempre podemos hacerlo mejor, siempre podemos tener mejores teorías.

C: Popper critica al pensamiento positivista de verificación y propone la falsabilidad de las teorías como criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia. Nos podría comentar esto y su afirmación de que la base empírica de la ciencia es desmentible.

FF: El Positivismo Lógico del Círculo de Viena fue un movimiento fascinante. Nació en un clima filosófico europeo dominado por el neo-kantismo y el neo-hegelianismo e inmerso en el contexto del alucinante avance de la ciencia en el mundo de habla germana. De hecho, entre otros objetivos, los neopositivistas se proponían restablecer a la Filosofía como la Reina de las Ciencias (aunque una Reina con escaso o nulo poder, vale aclarar, pues tendría reservada una función aclaratoria del lenguaje científico).

En cualquier caso, lo que los hizo famosos fue su famoso planteo de la “verificabilidad” como “criterio de significación”. Esto es, muy brevemente, el proponer que todo enunciado significativo debe tener un correlato observacional. Los neopositivistas creían que este tipo de enunciados eran característicos de la ciencia. Por su parte, los enunciados que no son justificables con observaciones empíricas, para los neopositivistas, carecen de sentido. Así, por ejemplo, discutir sobre los atributos que tendría Dios (omnipotencia, omnisciencia, etc.) se vuelve una cuestión ininteligible puesto que a Dios no lo podemos “ver”. Irónicamente, la aplicación consecuente del criterio neopositivista convertiría incluso a la física en carente de sentido…

Popper, con la falsabilidad, no está a la búsqueda de un criterio de significación sino de un “criterio de demarcación”. ¿Demarcación entre qué y qué? Entre lo que es ciencia empírica y lo que no lo es. Pero es muy importante resaltar que, para Popper, lo que no es ciencia empírica (la metafísica y la teología, por caso) en ningún caso carece de sentido ni debe ser arrojado al basurero intelectual de la humanidad.

Volviendo a la falsabilidad, Popper cree que lo distintivo de la ciencia empírica es el hecho de que de sus teorías pueden deducirse enunciados contrastables desde la experiencia. La filosofía de la ciencia ama los ejemplos triviales, así que siguiendo la tradición me valdré de uno de ellos: “todos los cisnes son blancos”. Este enunciado, para Popper, sería científico pues la observación de un solo cisne negro lo falsaría.

Finalmente, la base empírica, en palabras del epistemólogo argentino Gregorio Klimosvky es el “conjunto de afirmaciones básicas de carácter observacional… acerca de la experiencia y los objetos”. En efecto, Popper considera como enunciados básicos aquellos a los cuales los científicos consideran como satisfactorios y suficientemente testeados. Pero, coherentemente con el falibilismo del que venimos hablando, esta base no es de “roca sólida” sino más bien “pantanosa”. Por tanto, la suspensión del testeo es siempre reversible y la base empírica siempre revisable. De allí que la base empírica ya no sea indubitable sino, como Ud. bien decía, desmentible.

C: También es común identificarlo con la Epistemología Evolucionista ¿En qué consiste ésta?

FF: El “giro evolucionista” de Popper se termina de concretar con la publicación de su libro “Conocimiento objetivo” (de 1972). A la base del mismo se encuentra la tesis de la continuidad existencial entre las mutaciones genéticas y las conjeturas, entre evolución y conocimiento. Así, mientras las variaciones genéticas se retienen –o no- de acuerdo con los procesos de selección natural, las conjeturas explicativas que los humanos crean se retienen –o no- tras un proceso de discusión crítica y contrastación.

Tanto la adaptación biológica como el crecimiento del conocimiento se dan por “variación ciega” y “retención selectiva”. En el caso de una mutación, su supervivencia la determinan las presiones de la selección natural; en el caso de una conjetura, por medio de la discusión crítica y la refutación.

“De la ameba a Einstein, el desarrollo del conocimiento es siempre el mismo: intentamos resolver nuestros problemas, así como obtener, mediante un proceso de eliminación, algo que se aproxime a la adecuación en nuestras soluciones provisionales”, afirma el propio Popper. No obstante, existe una diferencia importante: las funciones elevadas del lenguaje y el método crítico permiten que la selección de teorías se haga sin que sus defensores mueran en el intento. Los humanos, entonces, proponen teorías a fin de resolver problemas y las evalúan críticamente. Así, logramos que nuestras teorías mueran por nosotros.

C: En cuanto a la concepción popperiana de la sociedad humana presuponiendo hombres falibles ¿Cuál es su importancia para las ciencias sociales, y para la economía en particular?

FF: Ante todo, un llamado a la humildad. Las ciencias sociales no deberían concebirse, en ningún caso, como un medio de moldear y manipular a antojo una sociedad, tal como quisieron Augusto Comte y muchos que le siguieron. Creo que ésta es la consecuencia más importante.

Por otro lado, un falibilismo consecuente implica en ciencia instancias de control que impidan, utilizando una expresión de Ralf Dahrendorf, la “dogmatización del error”. Creo que esto, en ciencias sociales, debe traducirse en una metodología que dé participación crítica a la realidad. Ello me parece de vital importancia. A riesgo de sonar algo vehemente, siempre he visto como subterfugios tanto los planteos de las diferencias absolutas entre la “naturaleza” de los problemas de las ciencias naturales y de las sociales como las objeciones respecto a la imposibilidad de testeo empírico en ciencias sociales. Además, el desarrollo de la física o de la biología contemporáneas vuelven la alusión a una supuesta “mayor complejidad” de las investigaciones en ciencias sociales, como mínimo, sospechosa.

Respecto de la Economía, creo que su gran desarrollo la sitúa dentro del ámbito de las ciencias sociales como “ciencia piloto” –parafraseando a Lacan-. Se me ocurre que para ella la toma de consciencia plena de la falibilidad humana tendría tres consecuencias importantes: 1) la profundización de la crisis –que ya experimenta desde hace tiempo- el supuesto de “conocimiento perfecto”; 2) un mayor cuidado en el uso de la cláusula “ceteris paribus”, cuyo abuso la suele convertir en una formidable herramienta para la “inmunización” de las teorías frente al testeo empírico y; 3) una estocada de muerte a las pretensiones planificadoras de algunas escuelas económicas.

Por supuesto, en ningún caso las consecuencias se agotan en éstas pocas que menciono.

C: Popper habla de ingeniería social fragmentaria. ¿Nos la podría explicar?

FF: Popper, claramente, está en contra de los proyectos de cambio social radical. A su vez, también es consciente de que muchas de las instituciones sociales existentes no son resultado del designio sino de consecuencias impremeditadas. Sin embargo, ni ésto ni aquello le impiden abogar por una suerte de reformismo social acotado al que llama “ingeniería social fragmentaria”.

La función de ésta es la de, abordando a las instituciones sociales desde un punto de vista funcional o instrumental, proponer reformas específicas –de un alcance muy focalizado- con el objeto de resolver problemas puntuales. Este gradualismo tiene una razón epistemológica: lo poco que sabemos. Para Popper, “el ingeniero fragmentario sabe, como Sócrates, cuán poco sabe”. Así, la praxis de la ingeniería social fragmentaria consiste, grosso modo, en llevar a cabo pequeños ajustes y cotejar celosamente los resultados obtenidos frente a los esperados.

Planteos como éste han sugerido a muchos la posibilidad de que Popper sea un socialista encubierto. De hecho, para su amigo y discípulo Bryan Magee, Popper debería ser considerado uno de los teóricos más importantes del “socialismo democrático”. En mi opinión, tal cosa sería ir demasiado lejos.

Popper tenía la idea, acertada o no, de que el laissez faire no bastaba, y que incluso podía tener consecuencias negativas para la misma libertad que intentaba preservar. De ahí su postura a favor de un intervencionismo que, por sobre todo, apuntara a mitigar o eliminar los males sociales más graves: la miseria, la explotación, etc. Ahora bien, como destaca Jeremy Shearmur, Popper siempre puso gran énfasis respecto de los peligros que la acumulación de poder de una economía socializada traerían para la libertad, al punto de señalar que un socialismo combinado con el respeto por la libertad individual no era más que un “hermoso sueño”.

C: Es común escuchar hablar de la “interpretación Boland” de Popper. ¿Nos podría explicar en qué consiste?

FF: En un célebre artículo titulado “Pensamiento científico sin método científico: dos visiones respecto de Popper”, Lawrence Boland critica la visión centrada exclusivamente en el falsacionismo de muchos metodólogos de la economía. Según Boland, importantes metodólogos, con Mark Blaug a la cabeza, entronizaron una versión de la filosofía popperiana con un exacerbado énfasis en el criterio de falsación. Hicieron esto, además, influenciados por las ideas de Imre Lakatos (un discípulo al que Popper consideró posteriormente como un tergiversador de sus ideas).

A esta visión, Boland opone su idea de un “Popper socrático”. En esta variante ya no se hará tanto hincapié en temas primordialmente metodológicos sino que habrá de rescatarse la primacía dada por Popper a la resolución de problemas, la crítica y el debate. En cierto sentido, creo que la intención de Boland es la de diferenciar lo substancial de lo secundario, ordenándolos en consecuencia. Esto es, para Popper lo primero es la crítica y la ausencia de autoridades cognitivas. De ahí que deban primar el debate y la revisión constante, pues no hay garantías ni metodológicas ni epistemológicas.

Tengo la impresión que los aportes de Boland y otros (Caldwell por ejemplo) son de gran importancia para la economía. Su reacción frente a la visión “falsacionista” de Popper popularizada por muchos metodólogos es muy entendible. No obstante, no comparto algunas conclusiones algo extremistas respecto a la falsación que pretenden derivarse de las ideas “socráticas” de Boland. Pese a que puede parecer pasado de moda, sigo pensando que la demarcación entre lo que es ciencia empírica y lo que no lo es, reviste actualmente relevancia. Además, de manera coherente con sus ideas “socráticas”, Popper siempre mostró gran interés por encontrar formas en que la experiencia pudiera ayudarnos en nuestros esfuerzos críticos. Luego, si lo que queremos es no dejar enunciado alguno fuera del alcance de la crítica, diría con Hans Albert que “para las ciencias empíricas hay que encontrar en concordancia con esta decisión de base otras fijaciones metodológicas… como por ejemplo el criterio de falsabilidad para los sistemas teóricos que asegura en principio la posibilidad de que toda teoría pueda fracasar en su contrastación con la realidad”.

C: Isaiah Berlin en su libro Karl Marx dice que La sociedad abierta y sus enemigos de Popper, contiene “la más escrupulosa y formidable crítica de las doctrinas filosóficas e históricas del marxismo”. ¿Qué nos podría decir de la Filosofía de la Política de Popper, su refutación del marxismo y su rechazo al determinismo histórico (historicismo)?

FF: “La sociedad abierta y sus enemigos” constituyó, en palabras del mismo Popper, su contribución personal al esfuerzo bélico de la segunda guerra mundial. Popper, austríaco de origen judío, debió emigrar para salvar su vida de la persecución nazi. El destino, no que eligió, sino al que pudo partir fue Christchurch, Nueva Zelanda. Allí redactó su monumental obra, la cual cuentan reescribió en tres oportunidades, a fin de que fuera más clara y fácil para leer.

Popper ve en la historia occidental el conflicto entre la sociedad cerrada y la sociedad abierta. La sociedad cerrada es más antigua que la abierta y se resiste a desaparecer. En la sociedad cerrada “nomos” es “physis”, es decir, el ordenamiento legal se equipara al orden natural. Las cosas son como son porque así, naturalmente, deberían ser. También componen una sociedad cerrada el autoritarismo político –que garantiza el orden “natural” de la sociedad frente a cualquier transgresión subversiva- y el tribalismo –pues la posición de un individuo en la sociedad está determinada de antemano por su pertenencia a determinados grupos -.

En contraposición, ya en tiempo del ateniense Pericles (495 – 429 a.C.) encontramos los primeros intentos de un orden social abierto, cuya característica principal es la de que cada ciudadano sea capaz de tomar sus propias decisiones. Ya no hay un orden rígido, plagado de tabúes y decretos, que impidan la autonomía personal. Como se supone naturalmente, las libertades de una sociedad abierta socavan la monotonía y la estabilidad de las que se “goza” en una cerrada. La libertad y la discusión crítica abren la puerta al cambio social. Dicho cambio, ciertamente, puede tener consecuencias traumáticas para algunos.

Como respuesta a este carácter traumático del cambio nace una filosofía de la historia para la que Popper acuñó el término de “historicismo”. El historicismo, en cierto sentido, recorre la historia intelectual de occidente desde Heráclito –un filósofo presocrático- a Karl Marx, pasando por Platón, Aristóteles y Hegel. Las principales tesis del historicismo son las siguientes: la historia tiene un “argumento”; dicho argumento puede ser conocido; el rol que le cabe a la filosofía y a las ciencias sociales es el de develarnos el futuro y; finalmente, la actitud “racional” es la de obrar siguiendo dichas profecías, pues no hacerlo sería querer darle la espalda a un futuro que es inevitable.

Popper reconoce la lucidez de muchos de los análisis de Marx, pero igualmente lo considera un falso profeta. Lo es porque en el centro de la teoría marxiana se encuentra la idea de una transición inexorable de estadios históricos que conducirán al comunismo y al fin de la (pre)historia humana. Así, el temor que provoca el cambio es racionalizado a través de una “teodicea de la Historia”, tal como afirma Jean-Marie Benoist.

A su vez, encontramos en Marx dos problemas adicionales. El primero de ellos se vincula con el resurgir en su filosofía de una de las peores características de la sociedad cerrada: el tribalismo, en este caso de “proletarios” contra “burgueses”. El segundo tiene que ver la propuesta marxiana de una “ingeniería social holística”. Habíamos hablado antes de la ingeniería social fragmentaria de Popper, que hace énfasis en los cambios graduales y controlados. Para Marx, nada de eso es posible, la transformación de la sociedad debe ser total siguiendo el modelo de sociedad ideal que advendrá en el futuro.

Popper dedica su obra “La miseria del historicismo” a los millones que perecieron víctimas de la creencia en leyes inexorables de la historia. Puede que hoy sintamos cierta lejanía respecto de los peligros que las supersticiones historicistas representaron para la humanidad. Sin embargo, vale recordar que cuando nazis y comunistas se abocaron a deportar niños, mujeres y hombres a Auschwitz y a Siberia respectivamente, lo hacían en buena medida convencidos de que no estaban más que construyendo un futuro inevitable. Como escribe Arthur Koestler en su brillante novela “El cero y el infinito”, las convenciones y la moral se dejaron de lado a favor del seguimiento fanático del principio-guía revolucionario…

Por último, no quería dejar de decir unas palabras acerca de lo que Popper piensa de la democracia. Para él, la democracia no es el “gobierno del pueblo”. De hecho, Popper pensaba que la filosofía y la teoría política están atravesadas por una pregunta incorrecta respecto del gobierno, a saber: “¿quién debe gobernar?”. La misma para Popper conduce al equívoco de pretender encontrar al sujeto capaz de hacerlo. Las distintas respuestas, a lo largo de la historia, han ido variando, se trate del “filósofo-rey”, del déspota ilustrado o del “pueblo”. Empero, como decíamos, para Popper una democracia es un sistema que nos permite cambiar a nuestros gobernantes sin derramamiento de sangre y que nos proporciona un conjunto de instituciones preparadas contra la dictadura.

C: Se suele decir que Popper tiene un gran influjo sobre los economistas y que esto es un síntoma de atraso epistemológico, hoy que están de moda otras corrientes en otras ciencias sociales, como por ejemplo el paradigma de la complejidad. ¿Qué opina sobre ésto?

FF: En primer término diría que la influencia de Popper en la epistemología de la economía es tan marcada como acotada. Ciertamente, algunos metodólogos se han valido de sus ideas, pero me parece que su influencia sobre la disciplina es más bien marginal.

En cualquier caso, no creo que ni las “modas” ni los “ismos” del momento sean buenos consejeros a la hora de elegir una metodología. Si entendemos por metodología una tecnología que orienta nuestro comportamiento durante la resolución de problemas, creo que debemos tener criterios más elevados y racionales a la hora de seleccionar una.

Invitaría, además, a los partidarios del llamado “paradigma de la complejidad” cuyo origen está en las ideas de Edgar Morin o de la “hermenéutica”, a evaluar con seriedad el exotismo que dichos planteos revisten para los economistas y, por sobre todo, a considerar las decisiones metodológicas que se desprenden de una opción tal. Creo que las mismas pondrían en crisis el status científico que la economía pretende.

C: Nos podría sugerir cómo introducirnos en la obra de este autor, cuáles son sus libros fundamentales y en qué orden leerlos. ¿Qué autores introductorios a su obra nos aconsejaría leer?

FF: Si bien Popper trató en su obra temas de gran complejidad, siempre hizo un esfuerzo notable por escribir con la mayor claridad posible. Ello por dos motivos: evitar la oscuridad, que ligaba con la deshonestidad intelectual, y por considerar que los intelectuales tenían la obligación moral de hacer sus aportes inteligibles para el resto de la sociedad. Eso es una gran ventaja frente a ciertas jergas esotéricas comunes a otras filosofías contemporáneas.

Quienes cuenten con cierta base de conocimientos filosóficos pueden iniciar su camino a través de “La sociedad abierta y sus enemigos” o “La lógica de la investigación científica”, de acuerdo con sus intereses. Para quienes no la tengan, creo que la mejor vía de acceso a las ideas de Popper son las compilaciones de sus conferencias y artículos. De éstas, recomendaría “Conjeturas y refutaciones”; “La responsabilidad de vivir”; “El mito del marco común” y “En busca de un mundo mejor”.

Acerca de los comentadores y continuadores de las ideas del racionalismo crítico, creo que habría que dividirlos en dos grupos: los que se consiguen en castellano y los que no. Entre los primeros, “Popper, búsqueda con esperanza” de Gabriel Zanotti es un libro ineludible. El “Tratado sobre la razón crítica” del filósofo y metodólogo alemán Hans Albert es muy esclarecedor, sobre todo para quienes están interesados en las ciencias sociales.

Ya en inglés, “Science and the open society” de Mark Notturno es un libro liminar. Muy interesante, y breve, es un librito de reciente publicación titulado “Kuhn versus Popper”, de Steve Fuller. No quisiera olvidarme tampoco de “The retreat to commitment” de William Warren Bartley III o la compilación hecha por el propio Bartley y Gerard Radnitzky titulada “Evolutionary epistemology”.

Tanto los libros que mencioné como muchos otros sobre ésta y otras temáticas vinculadas con las ideas de la libertad se encuentran en la biblioteca de Bases. Quienes estén interesados pueden contactarnos a bases@fundacionbases.org y con gusto vemos cómo podemos ayudarlos.

C: Usted con su Fundación organizó un congreso internacional sobre el pensamiento de Karl Popper. ¿Nos podría contar de su experiencia?

FF: En efecto, en junio de 2004 la Fundación Bases organizó el Congreso Internacional “Karl Popper: vigencia y transformación de su pensamiento”, en la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario (UNR). El evento contó con destacados especialistas, entre los que destacaban Mark Notturno y David Miller, ambos discípulos de Popper. A su vez, como en nuestros congresos posteriores, la tercera parte de los expositores era proveniente del extranjero, lo que da a los participantes la posibilidad de interactuar personalmente y establecer vínculos con académicos que generalmente se encuentran lejos.

El año próximo, sin dudas más tarde de lo que hubiésemos querido, Bases estará publicando una compilación sobre Popper, cuyo núcleo serán las conferencias y ponencias del congreso de 2004. Sin embargo, habrá otros materiales, entre los cuales estarán las conferencias sobre Popper y Hayek brindadas por Jack Birner y Jeremy Shearmur en el Tercer Congreso Internacional “La Escuela Austríaca de Economía en el Siglo XXI”.

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El Comité Editor agradece el tiempo y los conocimientos brindados por el Sr. Fernández y su buena disposición para responder a nuestras contínuas consultas.

NOTAS:

[1] Escribe esto en el prefacio de la segunda edición del libro de Daros W.R. (1998), Introducción a la epistemologia popperiana. 2º Ed. CERIDER. Rosario.

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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