La Censura en Tiempos de Coronavirus

Hace dos semanas, Alejandro Veintimilla, cofundador de Academia Blockchain, reportaba el baneo de una publicación que había realizado en un grupo de Facebook. La sanción consistía en la prohibición de publicar por 30 días, debido a infringir la norma “sobre personas y organizaciones peligrosas”.

El video que generó la medida, se titula La filosofía del criptoanarquismo y aborda de manera analítica y reflexiva, el concepto de Estado como monopolio coercitivo que se perpetúa a través de la ley. Asimismo, recorre aspectos vinculados a filosofías antiestado tales como el anarcocapitalismo, el anarquismo y el voluntarismo. Por otra parte, profundiza en las posibilidades que hoy la tecnología ofrece para promover la descentralización en modelos de redes abiertas, basadas en blockchain.

En la lógica de un Estado, que se mantiene de manera coercitiva a través de las armas, Veintimilla desarrolla la idea de que, para resguardar el funcionamiento de un modelo descentralizado, las personas debieran plantearse la posibilidad de aplicar igual estrategia, es decir, de hacer uso de las armas. Ilustra la idea, haciendo mención del activista estadounidense Cody Wilson, quien ha difundido por internet un plano de un arma imprimible en 3D. Dice Wilson que el acceso ciudadano a las armas de fuego «es un derecho humano fundamental».

La medida de Facebook parece aludir al argumento que define al motor de la censura: protegernos. De la violencia, del terrorismo, del odio, de los asesinatos en masa, lista que aparece en el baneo, definiendo el concepto de peligroso. Sin embargo, dicha protección no suele aplicar a la violencia ejercida por el Estado desde su nacimiento, sino a cualquier asomo de reflexión en torno a la posibilidad de que sea la propia sociedad civil quien organice voluntariamente sus instituciones o administre íntegramente -y proteja- los recursos que devienen del fruto de su trabajo.

Y en el caso de las redes sociales como Facebook, el «protegernos» tampoco aplica al inmenso banco de datos que desde nuestras cuentas personales se han dedicado a recopilar, administrar y comercializar a lo largo de todos estos años. Con nuestro consentimiento, hay que decirlo. No obstante, conseguido maliciosamente a través de una sofisticada ingeniería de la conducta, cuya eficiencia y abismante rapidez no dio pie al cuestionamiento. Este recién apareció cuando ya la suerte de nuestros datos, estaba echada.

Siguiendo esta misma línea de corte proteccionista, los Estados y su ejército de redes sociales, se concentran en la tarea de modelar cuáles mensajes son apropiados y cuáles no, en relación a la pandemia.

El caso Mindalia

Mindalia es una organización internacional dedicada a difundir contenidos relacionados con la espiritualidad y el bienestar integral. En su canal de Youtube, se encuentran alojados más de 20 mil videos alusivos a la temática. En todos los años que llevan trabajando por este medio, han reunido a más de un millón de usuarios que siguen sus publicaciones.

Uno de sus últimos videos compartidos fue una entrevista al investigador alemán Andreas Kalcker, quien asegura que el patógeno causante del coronavirus puede ser combatido mediante un proceso de oxidación. Haría posible este proceso, la utilización de dióxido de cloro enmarcado bajo un protocolo de uso del producto, que va desde lo preventivo al tratamiento según avance de la enfermedad.

Al día siguiente de compartida dicha entrevista, el canal y sus más de veinte mil videos desapareció de la red. Los administradores de Mindalia lo calificaron de “secuestro” y se han intentado comunicar repetidamente con la administración de Youtube, sin obtener hasta ahora ninguna explicación de lo ocurrido.

Cabe mencionar, que Kalcker lleva mucho tiempo promoviendo el uso del dióxido de cloro y que ha sido situado en la vereda de los bulos y de la pseudociencia. Sin embargo, cabe también preguntarse, si no se trata nuevamente de la gigantesca industria farmacológica moviendo sus hilos. Alcanzando de esta manera, a cualquiera que intente introducir opciones médicas con una eficiencia y un costo que puedan obstaculizar este próspero negocio siempre en marcha.

Una idea que no resulta nada descabellada, tomando en cuenta que se trata de una industria que factura incluso por encima de las utilidades bancarias. Y quizás sea esta la razón por la que médicos e investigadores que se han atrevido a desafiar este mercado, han sido sistemáticamente perseguidos e incluso despojados de sus acreditaciones profesionales. E indefectiblemente llamados “charlatanes” o “pseudocientíficos”.

El omnipresente Estado chino

Y en cuanto al control en redes sociales o medios digitales, el Estado chino, parece ocupar la escala más alta de censura posible. Esto se vio nuevamente visibilizado, cuando en marzo de este año, moría víctima del coronavirus, el doctor Li Wenliang, una de las primeras personas en alertar sobre la existencia del contagio por SARS-CoV2.

La advertencia, realizada a través de redes sociales, trajo a su hogar la visita de un grupo de funcionarios de gobierno, quienes lo obligaron a firmar un documento donde se le acusaba de difundir información falsa y de alterar con esto el orden público. Con su firma se comprometía a detener la difusión de materias relacionadas con la enfermedad y de lo contrario asumir incluso, penas de cárcel.

Su muerte, generó millones de mensajes de indignación en redes sociales chinas. Indignación que fue rápidamente silenciada, con la eliminación vía algoritmo, de todos los hashtags alusivos a un mal desempeño del gobierno.

Semanas después de ocurrida la muerte de Wenliang, se implementó la ley denominada Disposiciones sobre la gobernanza del ecosistema de contenido de información en línea. En ella se realiza una división de tres categorías de contenido: “alentado”, “negativo” e “ilegal”.

El contenido alentado es aquel que promueve la doctrina del partido y expone los logros del gobierno; el contenido negativo es el que consignan como “sensacionalista” o de un impacto perjudicial para el ecosistema; por último, el contenido ilegal es aquel que perturba el orden social, mediante mensajes subversivos. Un set de conceptos, que por supuesto, pueden ser definidos bajo la peligrosa subjetividad administrativa de la República Popular China.

Blockchain y el rol de la descentralización

Con el nacimiento de Bitcoin se instaló naturalmente la posibilidad –antes impensable- de que el dinero se separara del Estado. Esto implica un sistema monetario que funciona de manera autónoma de cualquier gobierno. Como consecuencia los mercados se desvinculan de una autoridad central y la sociedad civil voluntariamente conformada se vislumbra como posible.

Al mismo tiempo, blockchain, una de sus tecnologías implicadas, trae también al escenario la construcción eventual de redes sociales donde el manejo del contenido sea resistente a la censura.

El experimento de implementar este tipo de redes ya tuvo sus inicios. Uno de los ejemplos es Steemit, una de las redes sociales con más usuarios, construida sobre blockchain. Steemit nació prometiendo esparcir las bondades descentralizadoras de la tecnología.

Sin embargo, la red incluía términos y condiciones. Estos se dejaron ver en un relevante episodio de censura, cuando un grupo de hackers publicó en una cuenta, un esquema de pago para liberar 18.000 documentos con información clasificada sobre los ataques terroristas a las Torres Gemelas, del 11 de septiembre de 2001.

Este y otros sucesos similares ocurridos en el último tiempo, volvieron a reflotar el debate, sobre si una implementación genuinamente descentralizada verá finalmente la luz. Si la resistencia a la censura un día será fiel a sus definiciones, ahora que la tecnología lo hace posible. En un momento crucial, en que el imaginario orwelliano, parece estar tocando las puertas de la civilización, con más insistencia que nunca.

Fuente: Academia Blockchain

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

Videos Nuevos

YouTube video
YouTube video
YouTube video
Fundación Bases
  • Fundación Internacional Bases
    Rosario - Madrid - Viena - Chicago
    Varsovia - Tel Aviv - Asunción - Lubbock
  • bases@fundacionbases.org | www.fundacionbases.org