Las noticias en Latinoamérica y el mundo se llenaron de opiniones que causaron revuelo a lo largo de los días por la reciente elección de Javier Milei como el nuevo presidente de Argentina el pasado 19 de noviembre del año presente. Obteniendo resultados a favor en todos los distritos. Con 11 puntos de diferencia entre el candidato Massa, Milei propuso por primera vez en 80 años no solo ajustar el modelo de Perón, sino eliminarlo por completo.
Argentina había pasado los últimos años por una serie de gestiones políticas asociadas a la tendencia del “peronismo”, dichas políticas ponían a este país cómo uno de los países menos libres en el índice de Libertad Económica del Instituto Heritage (Lugar 144) y también colocándola en el lugar 27 de los 32 países de la región.
Estos períodos se han caracterizado por escándalos de corrupción y una constante interferencia política en proyectos que desincentivan la inversión de las empresas e incluso la posibilidad de emprender, básicamente se mantenía la misma tendencia que en la mayoría de los países de LatAm con estas características.
A lo anterior hay que sumar la falta de independencia judicial que ha destruido el estado de derecho de este país, además de la aplicación de políticas de control de precios que terminan por distorsionar el mercado y poniendo a Argentina en una situación crítica, con una inflación anual acumulada de 160.4 por ciento de acuerdo a las mediciones de la Fundación Libertad y Progreso.
Las opiniones de los presidentes
Desde México Andrés Manuel López Obrador catalogó de “autogol” las elecciones argentinas, debido a las diferencias políticas y las descalificaciones mutuas en redes sociales.
Milei ha evocado su discurso y narrativa en pro de la libertad, buscando reducir el actuar del Estado, y que, en el caso de Argentina, evitar que sea el Estado y sus funcionarios los que aumenten su rango de acción sobre la vida de las personas. Por su parte, las políticas durante el sexenio de AMLO se han caracterizado por generar un Estado asistencialista e intervencionista que distribuya los recursos en forma de prebendas a grupos “vulnerables”, que en todo caso se ha vuelto parte del discurso político y la neo-lengua del poder para justificar el actuar del gobierno para afianzar su avance y ridiculizar las críticas.
Por lo que en definitiva, no hay un punto de conciliación entre las posturas de ambos mandatarios. Desde México se negó la idea de que existiera un efecto dominó por la reciente victoria del candidato de La Libertad Avanza. O dicho de otra manera, el oficialismo en México se encuentra tranquilo ante este revés de uno de sus aliados geopolíticos en cuanto a discurso se trata.
Recordemos que en México en casi 6 meses se celebrarán elecciones presidenciales y tanto los candidatos del partido en el poder, como ciertos allegados al presidente, consideran que no hay “nada que temer”.
Que todo cambie, para que todo siga igual
A pesar del optimismo de la oposición, México atraviesa un proceso político en el que se mantiene en un debate inútil e innecesario sobre cómo “redirigir los recursos del Estado” siempre con el objetivo de beneficiar a esos ”grupos que han sido ignorados de manera histórica”.
El diálogo más poderoso de la novela El Gatopardo (1958) nos demuestra lo anterior, en donde Fabrizio Corbera (príncipe de Salina) intenta por todos sus medios que su sobrino Tancredi participe en la guerra de Giuseppe Garibaldi en el segunda parte del siglo XIX.
- Fabrizio Corbera: “Un Falconeri debe estar del lado de su rey”
- Tancredi: “Por el rey, es verdad, pero ¿qué rey?
Corbera se refería a Francisco II, el líder de los borbones que gobernaba ambas sicilias, mientras que Tancredi, ya veía a la distancia la unificación de Italia en la nueva Monarquía de Victor Manuel II.
El escritor de El Gatopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) nos muestra en este corto diálogo la visión anticipada de la llegada de la monarquía unificada de Italia, donde el príncipe de Salina que formaba parte de la vieja aristocracia iba a ser testigo de este cambio social y político, donde se acabaría con los viejos estados.
También se vaticinaba un clima nuevo, donde sería la nobleza la que tendría que ceder terreno a la burguesía. A pesar de la molestía del tío sobre las apreciaciones de su sobrino, el jóven, lo dejó pensando en:
“Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”.
Pareciera una aparente contradicción, pero lo que hizo Lampedusa es oponer las posibilidades de transmitir ideas. Esto se entendería como el arte del “birlibirloque” o el arte de estafar de repente con destreza y maestría. Con el tiempo se le daría el nombre de Gatopardismo.
Dicho de otro modo, lo que buscaba demostrar Lampedusa en su texto es que se realizan cambios de manera aparente, pero no de fondo, en una especie de “estrategia de simulación” para evitar modificar el sistema estructuralmente, haciendo creer que ahora sí va a cambiar la forma de gobernar.
En el contexto literario, Lampedusa se refería a la capacidad de adaptación de los habitantes sicilianos de la isla (misma que había sido ocupada por distintas potencias) a las distintas formas de gobierno y lo más importante, la habilidad de la aristocracia para sobrevivir a los cambios.
Al igual que como lo mencionó Lampedusa en su momento, el concepto del gatopardo es necesariamente ríspido en política, la llegada de una oposición que “busca cambiar todo” en una contienda electoral, si gana, realmente estaría adaptándose en lo consecuente a los resultados de la gestión anterior y terminarían por accionar dependiendo de muchos más factores que los simples buenos deseos, incluyendo los intereses políticos y sociales de aquellos grupos que se han visto beneficiados de las gestiones anteriores.
En otras palabras, el propio sistema político corrompe las “buenas intenciones” de los políticos advenedizos debido a que los cambios estructurales exigen un cambio jurídico e institucional, además de que es necesario ceñirse a los lineamientos para “jugar y cambiar el sistema”.
Los incentivos perversos de una enorme estructura burocrática exigen alineación y en caso de que surja alguna idea propositiva por medio de iniciativas, la ingeniería social de un sistema legislativo ocupado en su mayoría por el partido en turno, puede anular dichas iniciativas.
Es necesario entender que el presidente de México y el partido en el poder (Morena), se han encargado de generar una narrativa en pro de la acción del Estado como medio para resolver cualquier tipo de “necesidad social”, por lo que sus acciones gubernamentales y políticas se enfocan fieramente en defender y justificar su acción debido a que deben “Servir al pueblo” y que cualquier tipo de oposición u opinión diferente que salga de esa narrativa como la libertad de mercado o reducción del Estado, es sinónimo de “ derecha, neoliberalismo, corrupción o mafia del poder”.
La oposición de ultraderecha y de derecha que no existen
A pesar de que la llamada oposición en México se ha pronunciado a favor del cambio de gobierno en Argentina, Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición PRI, PAN y PRD ya aseguró que no comparte la agenda de Milei. A su vez, personalidades que buscan tener posibilidades dentro de la futura contienda electoral, incluso de manera independiente (como Eduardo Verastegui) tendrán grandes obstáculos a la hora de participar en la contienda.
El Instituto Nacional Electoral (INE), que es el organismo que se encarga de organizar las elecciones en México, cuenta con mecanismos que permiten que los ciudadanos puedan participar como candidatos independientes en contiendas electorales. Sin embargo, estos requisitos y trámites burocráticos dificultan la llegada de un candidato independiente o la posibilidad de que una fuerza política nueva se haga presente en elecciones, dicho de otra manera, el juego de dados siempre está cargado a las fuerzas políticas dominantes en turno.
Además de que los requisitos y las características que necesitaría un candidato independiente se vuelven prácticamente imposibles de cumplir, factores como el que el presupuesto a partidos se otorga dependiendo de la cantidad de votos que hayan recibido en las pasadas elecciones o que las figuras de candidaturas independientes tengan que utilizar sus propios recursos, la lucha política es desigual, inclusive cumplir con el requisito de contar con al menos el 1 por ciento de la lista nominal del electorado distribuido en al menos 17 entidades complica que una organización o personalidad que apoye la libertad económica y que pretenda postularse o competir se convierta en una odisea.
He aquí la importancia del desarrollo institucional y las ideas que componen estas instituciones. Como se señala en Madmen, Intellectuals and academic scribblers de Wayne A.Leighton y Edward J.López, para que exista un cambio social, las ideas necesitan tener relevancia y a su vez construir abstractos o instituciones (códigos comunes) y que a través de intelectuales, estas se distribuyan en la sociedad.
Con el tiempo estas ideas van a influir en cómo la gente ve el mundo y eso generará un impacto para que se den ciertos incentivos que permitan modificar la estructura política del momento.
Valdría la pena, por tanto, poner el ojo en organizaciones que cuenten con una alta especialización en conceptos, principios bien fundamentados. Además, que se encarguen de formar el pensamiento crítico de aquellos que serán los intelectuales públicos, comunicadores e impulsores de ideas de la libertad como parte de la sociedad civil y no desde una organización política.
* Jorge Alberto Ruiz Meza es asociado de proyectos de la Sociedad Tomás de Mercado. Anteriormente ha participado con diferentes organizaciones liberales (CATO, Instituto Acton, Caminos de la Libertad, FPP y FEE). También cuenta con un Master en Gestión Pública por el Instituto Tecnológico Latinoamericano y estudió Economía y Finanzas en la Universidad del Valle de México. Actualmente es Pasante de la Fundación Internacional Bases.
Fuente: Fundación Internacional Bases