La Resiliencia de la Industria Farmacéutica de EE.UU.

assorted medication tables and capsules

Poco después del inicio del brote de COVID-19 el año pasado, varios políticos y opinólogos proclamaron que la pandemia reveló las grandes vulnerabilidades en las cadenas globales de suministro para bienes médicos esenciales —vulnerabilidades que perjudicaban la salud de los estadounidenses y la seguridad nacional, por lo tanto, requerían de más intervención estatal (léase: subsidios proteccionismo) para fortalecer la “resiliencia” de las cadenas de suministro estadounidenses. Las farmacéuticas, en particular, encabezaban la lista con productos médicos que requerían de acción estatal, y la supuesta amenaza para el acceso de EE.UU. a los fármacos —supuestamente dependiente de China e India— era tan nefasto que la administración de Trump aceleró cientos de millones de dólares en respaldo federal a los productores domésticos de medicinas y materias primas para “reducir la dependencia de otros países para obtener medicamentos”.

En ese momento, otros y yo señalamos repetidas veces que, mientras que había algunas brechas en los datos públicos, la información que teníamos acerca de la producción, la investigación y desarrollo de las farmacéuticas y el comercio no daban señales de una inminente crisis farmacéutica. Ahora, la Comisión de EE.UU. para el Comercio Internacional (USITC) que no es partidista ha provisto datos adicionales en un nuevo reporte masivo acerca de “Industrias estadounidenses produciendo productos relacionados al COVID-19 y los retos de cadenas de suministro y limitaciones que impactaron la disponibilidad de dichos productos”, el cual en gran medida confirma que nuestro escepticismo era válido.

El reporte en general revela una imagen mucho más compleja y benigna de la situación de productos médicos en EE.UU. —una caracterizada por shocks a la oferta y la demanda sin precedente, así como recursos domésticos sustanciales (especialmente para farmacéuticos, equipos médicos y máscaras N95), las cadenas internacionales de suministro que se adaptan rápidamente, y la positiva especialización y cooperación global. Este es un gran recurso para aquellos interesados en asuntos de manufacturas, y debería ayudar a informar el debate más amplio en Washington acerca de la pandemia, la resiliencia de las cadenas de suministro, y la seguridad nacional.

El reporte también debería moderar preocupaciones específicas acerca de la cadena de suministro de farmacéuticos, la cual la USITC concluye que funcionó relativamente bien durante la pandemia —sin duda un evento de una sola vez durante una generación— en parte debido a su modelo de negocio globalizado (el énfasis es mío):

“EE.UU. tiene una industria farmacéutica grande, geográficamente diversa con cadenas de suministro establecidas que mostraron ser resistentes durante la primera mitad de 2020. La flexibilidad y el número de sitios de producción inherentes en la huella global del sector farmacéutico le permitió a las empresas responder de manera relativamente rápida a la demanda y entregar medicinas adicionales para ayudar en la respuesta a la pandemia… La industria estadounidense, que comprende empresas que van desde las grandes multinacionales hasta las pequeñas y medianas (Pymes), estuvo operando a casi capacidad máxima durante el segundo trimestre de 2020 para satisfacer la demanda. Esta oferta fue entregada mediante la existente red de distribución al por mayor…”

El reporte de la Comisión también detalla el inmenso tamaño y envergadura de la industria farmacéutica estadounidense (la cual supuestamente se ha marchitado debido a la globalización) —alrededor de 5.000 establecimientos que abarcan numerosos estados y todas las etapas de la producción (desde el proveedor hasta las actividades de post-producción); aumentando los envíos que llegaron a $268.7 mil millones en 2019; y una creciente fuerza laboral que llegó a 310.000 trabajadores a principios de 2020. El reporte además señala que los fabricantes estadounidenses respondieron a la pandemia aumentando significativamente los envíos (incluso mientras ofrecían nuevos productos para el COVID-19 en el mercado) porque ellos tenían sus “planes de emergencia” para utilizar los importantes inventarios disponibles, los distintos sitios de producción y los fabricantes contratados. Finalmente, el reporte de la USITC muestra que algo de la resiliencia de la industria se debe a que se nutre de materias primas y productos terminados en el extranjero, mientras que señala que China e India son proveedores importantes (pero no dominantes) —esencialmente confirmando mi análisis acerca de los datos de las importaciones a principios de 2020.

Para aquellos (como yo) que estamos fascinados con el despliegue de las vacunas contra el COVID-19 en EE.UU., las conclusiones de la USITC acerca de la resiliencias de la cadena de suministro de las farmacéuticas durante la pandemia no debería sorprendernos mucho: Pfizer, por ejemplo, utilizó su capacidad de producción existente en EE.UU., así como también otros recursos domésticos e internacionales (para no mencionar a los muchos inmigrantes) para realizar pruebas y producir millones de dosis de vacunas a una velocidad sin precedente. Moderna, mientras tanto, ha dependido de fábricas domésticas más pequeñas y de una alianza con un importante productor suizo de fármacos, el cual tiene sitios de producción en EE.UU. y en Suiza. Como resultado de este y otros esfuerzos multinacionales, los cuellos de botella de las vacunas que ahora estamos experimentando han estado relacionados con la distribución estatal, no con la producción del sector privado, de dosis listas para ser aplicadas (las lecciones abundan).

Aún así, el reporte de la USITC tiene una abundancia de datos nuevos y es especialmente bienvenido considerando los planes de la nueva administración de Biden para “reconstruir” las cadenas de suministro de las farmacéuticas estadounidenses mediante mandatos desde arriba como la Ley de Defensa de la Producción. Ciertamente, la pandemia ha ejercido verdaderas presiones sobre en el acceso a los productos médicos conforme la demanda se disparó y la oferta se aceleró para alcanzarla, y sería bueno que el país pueda manejar mejor el virus y la distribución de las vacunas. Pero las cadenas de suministro de las farmacéuticas por sí solas se han desempeñado relativamente bien hasta ahora, y hay poca evidencia de que el gobierno podría mejorarlas.

 

Fuente: El Cato

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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