El Banco Mundial, cuenta con un Índice de Calidad Regulatoria que refleja las percepciones de la capacidad del gobierno para formular e implementar políticas y regulaciones sólidas que permitan y promuevan el desarrollo del sector privado. Como es de esperarse este índice no es demasiado alentador para Latinoamérica y el Caribe, que es algo que se dice fácil pero que tiene graves repercusiones para la economía y el bienestar de las personas.
Cuando las personas que defendemos el libre mercado hablamos de las regulaciones, solemos enfocarnos en el rol que tienen los políticos, los gobernantes y los funcionarios públicos en estos asuntos, pasando a un segundo plano que la sociedad política sólo es capaz de hacer tanto daño como lo permita la sociedad civil y es por esto que debemos cuestionarnos: ¿Por qué nuestros países no reaccionan ante la proliferación de regulaciones?
Para empezar, diría que la sociedad civil en general suele reaccionar ante “lo que ve” y muchas veces no toma en cuenta “lo que no se ve”. Es por esto que, por ejemplo, la política clientelista es bastante popular y los impuestos bastante impopulares, principalmente los que van dirigidos al consumo. Las personas no suelen darse cuenta de que sus gustos suelen ser contradictorios porque al no haber nada gratis en esta vida de una u otra manera hay que financiar todo lo que les “brinda” o les prometen los políticos. Es por esto que los políticos suelen irse por costos indirectos, perjudicando a una minoría para satisfacer los deseos de una mayoría, aunque esta mayoría termine siendo la que a la larga sufra las peores consecuencias. Sin embargo, hasta que estas se hagan presentes ya es demasiado tarde como para que la conexión causa-efecto sea demasiado evidente. En este juego los políticos tienen todas las de ganar.
En primera instancia, algo parecido sucede con las regulaciones. No todos las ven, aunque a la larga todos las sufren. Como la gran mayoría de personas en Latinoamérica se mueve en la informalidad o son consumidores se desentienden de estos aspectos regulatorios, pero esa no es la única razón.
El Banco Interamericano de Desarrollo elaboró un informe denominado: CONFIANZA. La clave de la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe, que empieza con una frase lapidaria:
La desconfianza en la región es alta, va en aumento y penetra todos los rincones de la sociedad. Socava las relaciones productivas entre las empresas y dentro de ellas, erosiona el civismo y limita la capacidad de los ciudadanos para emprender acciones colectivas en apoyo de las leyes e instituciones que promueven el desarrollo sostenible.
No comparto todas las interpretaciones que hacen de los datos, sin embargo, eso no quiere decir que estén equivocados en todos los sentidos, por ejemplo, en lo que respecta a las regulaciones mencionan que:
Cuando el nivel de civismo es bajo, no es fácil para las personas impedir que los gobiernos promulguen leyes y regulaciones que disminuyen su bienestar; es más probable que no hagan caso de dichas leyes cuando se promulguen. Al mismo tiempo, […], es más probable que las personas ignoren las normas sencillamente para sacar un provecho privado a expensas de los demás.
Es un aspecto que tiene cierto sentido, incluso vemos que a través de la regulación también se puede cumplir una de las máximas de Bastiat: «El Estado es la gran ficción en donde todo mundo trata de vivir a expensas del resto.» Sin embargo, no menciona dos aspectos que considero de importancia:
- Si desconfías de los demás quieres que alguien te proteja de todos ellos, por lo tanto, aunque pudieras coordinarte no querrías hacerlo.
- La razón por la que no se siguen las regulaciones es porque la desconfianza es hacia los demás, como las personas confían en sí mismas entonces no ven la necesidad de cumplir con la regulación, no creen que le vayan a hacer algún daño a alguien.
Es importante recalcar que la desconfianza en Latinoamérica puede responder a ciertos aspectos que se corresponden con la realidad debido al poco respeto a la propiedad privada y al cumplimiento de los contratos que suele proliferar en la región. Pero también puede tener mucho de retórica estatista que le hace creer a la ciudadanía que quien ha llegado a prosperar es porque le ha estafado o robado a los demás, por lo que plantean que es mejor regularlos y protegernos de ellos.
Considero que el liberalismo debe tener un rol importante luchando contra las regulaciones insensatas promovidas desde el Estado, pero también construyendo y promoviendo la confianza entre los individuos, los buenos siempre somos más, aunque nos quieran hacer creer lo contrario.
* Leonard Quinde Allieri es actualmente Pasante de la Fundación Internacional Bases
Fuente: Fundación Internacional Bases