El politólogo alemán Jürgen W. Falter analizó, con mucho, la muestra más amplia y completa de los dos índices centrales de carnés del NSDAP. Como demuestra Falter, la proporción de obreros en el NSDAP fue siempre mucho mayor de lo que habían supuesto los investigadores históricos anteriores. Al igual que los votantes del partido, aproximadamente el 40 por ciento de los miembros del NSDAP eran de clase trabajadora.
¿Por qué el NSDAP se llamó a sí mismo «Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores» y por qué era tan importante para Adolf Hitler ganarse a los trabajadores? Hitler era un darwinista social. Los conceptos decisivos en su visión del mundo eran la «fuerza» y el «valor», por un lado, y la «debilidad» y la «cobardía», por otro.
En mi libro Hitler’s National Socialism, he analizado miles de declaraciones hechas por Hitler —de sus dos libros, de discursos, ensayos y, en particular, lo que dijo a los miembros de su círculo íntimo (por ejemplo, durante los llamados monólogos en el cuartel general del Führer, o «charlas de mesa»). En todas estas declaraciones, Hitler asociaba a la «burguesía» con la debilidad, la cobardía y la decadencia en contraste con la clase obrera, a la que asociaba con la fuerza, el poder y el valor. Basándose en las propias palabras de Hitler, está claro que creía que la burguesía como clase estaba condenada y que el futuro pertenecía a la clase obrera.
El 1 de marzo de 1942, Hitler dijo durante uno de sus monólogos a su círculo íntimo: «Si no viera tanta vida sana a su alrededor tendría que convertirse en un misántropo absoluto. Si sólo viera a los diez mil de arriba, eso es lo que sería. Que no lo sea es sólo gracias a que me relaciono con la amplia masa mucho más sana». El 8 de abril de 1942, Hitler volvió a mirar hacia atrás:
Al principio de mi trabajo político me propuse la consigna de que no era importante ganar a la burguesía —que sólo deseaba la ley y el orden y era cobarde en su posición política— sino encender a la clase obrera con entusiasmo por mis ideas. Por lo tanto, todos los primeros años de la época de la lucha habían sido diseñados para ganar al trabajador para el NSDAP.
Para ello había utilizado los siguientes medios: al igual que los partidos marxistas, había distribuido sus carteles políticos en rojo chillón, y había llevado a cabo una propaganda en camiones, en la que éstos estaban cubiertos por completo de carteles rojos brillantes, equipados con banderas rojas y tripulados por coros que cantaban consignas. También se había encargado de que todos los adherentes del movimiento acudieran a los mítines sin corbata ni cuello y, de este modo, generó confianza entre la población manualmente trabajadora. Además, había
tratado de espantar a los elementos burgueses, que sin ser verdaderos fanáticos habían querido unirse al NSDAP, por medio de propaganda gritona, la vestimenta incorrecta de los participantes en los mítines y cosas por el estilo, y por estos medios mantener las filas del movimiento libres de cualquier cobarde desde el principio.
Hitler admiraba a los Estados Unidos en algunos aspectos, especialmente porque las barreras tradicionales de clase no jugaban allí un papel tan importante como en Europa. «Si la riqueza de los inventos importantes ha aumentado específicamente en América del Norte durante las últimas décadas», escribió Hitler en Mein Kampf, «entonces también porque allí muchos más talentos de las clases bajas encuentran las posibilidades de una educación superior de lo que es el caso en Europa.»
El nacionalsocialismo debe ofrecer a los trabajadores mayores oportunidades de progreso y romper las tradicionales barreras de clase, declaró repetidamente.
«Realmente no se puede decir qué es más pronunciado en este mundo burgués, si la debilidad mental, la debilidad y la cobardía o el carácter abiertamente ruin de la mente. Esta es realmente una clase que el destino ha condenado a hundirse, pero que lamentablemente está arrastrando a toda una nación al abismo con ella», escribió Hitler en Mein Kampf. Sólo unos párrafos más abajo, Hitler escribe: «Entonces me di cuenta en lo más profundo de mi ser de que la burguesía alemana estaba al final de su misión y no estaba llamada a ninguna otra tarea.»
Fuente: Mises Institute