El profesor de gestión de riesgos de la Universidad de Bristol, Phillip Thomas, sostuvo la semana pasada que “la recesión por la pandemia puede acabar costando más vidas que el coronavirus”. Advierte, además de que, si la economía colapsa ante el confinamiento por el coronavirus, será peor el remedio que la enfermedad. Si la cuarentena lleva a una caída prolongada del PIB de más del 6,4%, se perderá más años de vida por la recesión que por la pandemia. Le preocupa que para acabar con el mal acabemos creando un problema mucho mayor.
Su preocupación consiste en que los Gobiernos deben encontrar la manera de que la gente siga trabajando y el país no se detenga. Esto obedece a que hay un vínculo muy claro entre el PIB y la esperanza de vida. ¿Qué opinión tendrá Thomas sobre el caso venezolano donde el PIB ha caído un 70% en los últimos 6 años? Los estimados iniciales para este año, sin coronavirus, eran de una caída del producto del 10%, según algunos especialistas este dato podría llegar a un 25%. Una magnitud desastrosa en cualquier país.
Venezuela se convirtió en el último país de América Latina en reportar la llegada del coronavirus a su territorio. Hacía pocos días que Maduro se había adelantado y anunciado: “He aprobado todos los recursos necesarios para que el país esté dotado de todos los test”. Además, anunció que contaba con un medicamento cubano llamado Interferón, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que aún no existe un medicamento para la curación de esta enfermedad.
Según el Índice de Seguridad Sanitaria Global, elaborado por un panel de expertos internacionales, Venezuela quedó en el puesto 176 de un total de 195 países en materia de servicios sanitarios. La Organización Panamericana de la Salud anunció que enviará misiones de apoyo a los países de la región que conllevan un mayor riesgo, una lista que incluye a Venezuela, Haití, Surinam, Guyana, Nicaragua, Honduras y las islas del Caribe Oriental.
El día que apareció el primer caso de coronavirus en Venezuela en uno de los hospitales señalados por Maduro para atender a los infectados, el Hospital El Algodonal, suspendieron las cirugías por falta de tapabocas y ese mismo día no había aire acondicionado en los quirófanos. En otra época en este hospital se producían vacunas y se hacía medicina experimental y se realizó el primer trasplante de válvula cardíaca del país.
El Gobierno ha tomado medidas para detener la expansión de la pandemia, al igual que en la mayoría de los países se han dictado normas de distanciamiento social, que han llevado al cierre de colegios, restricción de la circulación interna y cierres de vuelos. Adicionalmente, se le ha exigido a la población llevar tapabocas al salir a la calle, en casos extremos. En Venezuela, el tapabocas es un recurso escaso y su costo puede estar entre 1 o 2 dólares, lo cual representa el 30% del salario mínimo de un trabajador.
El sector hospitalario en Venezuela es uno de los sectores más golpeados en los 21 años de régimen chavista. Ya antes de la presencia del coronavirus el país venía padeciendo una aguda crisis hospitalaria. Habían reaparecido enfermedades como la malaria y la difteria, después de medio siglo de haberse erradicado. Con la disminución de los servicios públicos y privados en el país, los elevados niveles de pobreza y la falta de recursos básicos, la mortalidad infantil también registró un asombroso incremento, con la última tasa publicada de 21,1 muertes por cada mil nacimientos. Este indicador, en países como España, es de 3,3 muertes por cada mil habitantes. Hay que recordar que en Venezuela el Gobierno dejó de publicar estas cifras desde el año 2013.
Según el presidente de la Federación Médica de Venezuela, Douglas León Natera, cerca de 30.000 médicos se han marchado del país, más del 53% de los médicos de hospitales y cerca de un 50% de las clínicas y centros de salud. También indicó que la red de hospitales públicos se encuentra cerrada en un 80%, lo cual incluye hospitales, ambulatorios, centros de diagnósticos y misiones sociales de salud como Barrio Adentro.
Todos nos preguntamos cómo puede hacer frente al coronavirus un país devastado económica y socialmente, empobrecida su población por un Gobierno incapaz de garantizar los más esenciales servicios públicos. Con el precio del petróleo cerca de los 20 dólares el barril, las remesas que venían aliviando un poco el drama económico ahora, producto de los efectos de la crisis sanitaria en el resto del mundo, se pueden ver reducidas de 4.000 millones de dólares a 2.400 millones.
Según estimaciones de la OMS, en Venezuela hacen falta 1.400 camas en las unidades de cuidados intensivos. En cambio, contando las públicas y privadas tenemos menos de 84 camas con ventiladores, según lo señalado por la Asociación de Clínicas Privadas. Además, señala la misma asociación, el 53% de los hospitales no cuenta con mascarillas. Por otro lado, la Encuesta Nacional de Hospitales anuncia que la escasez de agua afecta el 70% de los hospitales y que cuentan con el servicio solo una o dos veces por semana, mientras que la escasez de medicamentos sigue ubicándose en un 80%.
Hasta la fecha, el Gobierno anuncia que hay confirmados 165 casos con 7 muertes. Sin embargo, voceros como el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, estiman que esta cifra puede estar cercana a los 400 o 500 afectados.
Con este panorama tan desolador el coronavirus representa para Venezuela una crisis sobre otra no menos mortal. Muchos, dentro de su resignación, ven como una ventaja que somos un país al que nadie quiere visitar, con poco contacto con el exterior, sin turistas portadores del virus. Donde en un día como hoy pueden verse largas colas para surtir la gasolina, con la suerte de conseguir 20 litros a un precio desconocido, dependiendo si la obtienes en el mercado negro o en la estación de servicio.
Para los venezolanos, superar el coronavirus no es igual que para el resto del mundo. Significa, solamente, volver a una normalidad, que nos recuerda que somos un Estado fallido, que vivimos del día a día y que nuestra rutina es sobrevivir sin luz, sin agua para lavarse las manos y cumplir así con una de las sugerencias de la OMS, sin gas, sin gasolina, sin comida, casi sin esperanza. Mientras tanto Maduro aprovecha la cuarentena para realizar 33 nuevas detenciones, por motivos políticos, y subir la cifra a 334 detenidos por la misma razón.
Fuente: Instituto Juan de Mariana