Economía Nórdica Explica las Diferencias entre Capitalismo «Compasivo» y Socialismo

Capitalismo «compasivo»: un mejor nombre para lo que practican los países nórdicos. Es cierto que Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca tienen notables éxitos económicos. Es ciertamente falso que se hayan logrado a través del socialismo. Los países nórdicos se centran en combinar un sistema de libre mercado con varios programas sociales.

Este nexo da paso a programas como la educación gratuita, la atención médica gratuita, y un programa de pensiones garantizadas para los jubilados. Para que esto se lleve a cabo, los ciudadanos deben depositar una enorme cantidad de confianza en su gobierno y en sus políticos. La economía, el trabajo y el bienestar deben trabajar mano a mano. Los políticos deben abordar los siempre cambiantes desafíos sociales y luego pasar las soluciones a través de un proceso democrático.

Lugares como Suecia y Noruega han recortado la brecha entre los ricos y los pobres, conservando los beneficios básicos del capitalismo. Este tipo de modelo capitalista depende de la destrucción creativa, un término acuñado por Joseph Schumpeter en 1942:

El proceso de mutación industrial que revoluciona incesantemente la estructura económica desde el interior, destruyendo incesantemente la antigua, creando incesantemente una nueva.

Las naciones nórdicas parecen usar este sistema sin problemas, y los progresistas siguen diciendo que esto es socialismo: «Mis políticas se parecen más a lo que vemos en el Reino Unido, en Noruega, en Finlandia, en Suecia», dijo la representante Alexandria Ocasio-Cortez en en el programa de televisión, 60 Minutos. Pero, ¿dónde se encuentra dentro de los estándares americanos? ¿Podemos aprender algo de esta derivación del socialismo? Hay mucho detrás del modelo nórdico y mucho más detrás de por qué es tan alabado.

El capitalismo es un sistema dinámico, que cambia y evoluciona constantemente debido a las oportunidades de ganancia y propiedad. Este ideal encaja perfectamente con muchos otros sistemas económicos que evolucionan naturalmente, como el modelo nórdico. A los progresistas les gusta creer que Estados Unidos necesita una evolución económica de este tipo. Los pobres están tan lejos de los ricos que el socialismo, de entre todas las cosas, es una necesidad. Se nos dice que los norteamericanos necesitan igualdad en todos los sectores, todos los mercados y todas las clases.

Francamente, Schumpeter no tenía en mente el equilibrio cuando filosofó la destrucción creativa. En cambio, deseaba un paradigma en el que los inventores y empresarios mejoraran, creando un tipo de desequilibrio que realmente beneficiara a los componentes del sistema. Un ideal socialista en el que todos son iguales en todos los aspectos no era la espina dorsal de la destrucción creativa, ni la de ningún modelo nórdico, ni la de ninguna economía de sentido común. ¿Por qué alguien querría matar a la gallina de los huevos de oro?

Pero hay un gran número de diferencias que el modelo nórdico tiene cuando se lo compara con el socialismo. Los beneficios del gobierno no crearon la riqueza de estas naciones, la riqueza de la población fue la que creó los beneficios del gobierno.

Primero, el comienzo: Las naciones nórdicas desarrollaron su actual sistema económico después de años con economías libres con libre comercio. No serían nada sin esta base. La riqueza creada previamente permitió al gobierno comenzar sus programas sociales imponiendo altas tasas de impuestos. El gobierno nunca debería comenzar con tasas extensamente altas y esperar que sus ciudadanos mantengan el ritmo.

La revista The Economist describe a los países nórdicos como «robustos comerciantes libres que resisten la tentación de intervenir incluso para proteger compañías icónicas». ¿Esto suena a socialismo? Ciertamente no. Es más, tanto Noruega como Dinamarca son lugares donde es más fácil hacer negocios que los Estados Unidos, según DoingBusiness.org. Los beneficios del gobierno no fueron los que crearon la riqueza de estas naciones, la riqueza de la población fue la que crearon los beneficios del gobierno.

Segundo, la interferencia del gobierno: un elemento básico de las leyes laborales de los EE.UU. no se encuentra en los gobiernos nórdicos. El salario mínimo establecido por el gobierno federal no existe en las naciones nórdicas o escandinavas, ¡y aún así sobreviven! Los sindicatos y los organizadores ayudan a fijar los salarios, pero el gobierno no se involucra en el proceso de negociación. Se puede decir que este sistema descentralizado es la mejor manera de hacer las cosas. Las empresas son libres de pagar menos por el trabajo no cualificado (aprendices/pasantes) y los trabajadores no cualificados.

Tener un salario mínimo es casi un suicidio para las pequeñas empresas. No pueden contratar a los trabajadores que necesitan porque no están obteniendo suficientes ganancias, por lo que esas empresas seguirán siendo pequeñas. El salario mínimo hace difícil que un negocio crezca. Por ejemplo, los políticos de EE.UU. promulgaron nuestro salario mínimo en todos los territorios de EE.UU., incluyendo a la Samoa Norteamericana. En Samoa, los mayores empleadores de la isla eran fábricas de atún.

Una vez que el salario mínimo fue promulgado, destruyó la competencia en la isla, las fábricas cerraron, y la tasa de desempleo se disparó. Samoa no necesitaba el salario mínimo; los políticos simplemente querían sentirse bien con sus acciones, sin mirar las consecuencias. La falta de involucración por parte del gobierno permite que la gente sea pagada de acuerdo con su valor, no por lo que el Big Brother o Gran Hermano considere que debe ser pagada.

Tercero, la educación: La economía nórdica es partidaria de que «los códigos postales no deberían definir el futuro de un niño». Mientras la educación sea libre, las opciones que tienen los ciudadanos son impecables. Esto podría deberse a que es extremadamente similar al punto de vista libertario (tal como lo definió el economista Milton Friedman en su ensayo de 1955, «El Papel del Gobierno en la Educación«). Los gobiernos nórdicos obsequian a sus ciudadanos cupones de educación tipo vales. Estos vales pueden ser canjeados por educación en cualquier lugar, ya sea en escuelas públicas, escuelas subvencionadas administradas por el gobierno o escuelas privadas.

Según el Instituto para el Estudio del Trabajo, esta privatización de la escolarización «mejoró el rendimiento educativo promedio tanto al final de la enseñanza obligatoria como a largo plazo en lo que respecta a las notas de la escuela secundaria, la asistencia a la universidad y los años de escolarización». Esta elección de escuela beneficia a los ciudadanos, a los niños y al futuro de las naciones. Así como Turning Point USA promueve la elección de escuelas, también lo hacen las naciones nórdicas y escandinavas. Los socialistas, sin embargo, no son los que promueven la libre elección.

Por último, cómo evolucionó: Las naciones nórdicas no siempre han sido tan progresistas; de hecho, están empezando a dar un paso atrás. Hasta la década de 1950, los países nórdicos eran las principales naciones del mundo basadas en el libre mercado y la competencia. Sin embargo, en la década de 1970, se establecieron intensos sistemas de gobierno y regulación social con tasas de impuestos altas. Todo el crecimiento económico llegó a un triste final. Por ejemplo, el crecimiento económico de Suecia cayó a un uno por ciento menos que el resto de Europa y un dos por ciento menos que los Estados Unidos.

En la década de 1990, el gasto público fue de hasta el 70% del PIB, y la proporción de la deuda en el PIB se acumuló hasta el 80%. Incluso la tasa de desempleo aumentó un 5%. Tan pronto como los responsables políticos vieron que este cambio de imagen socialista había salido mal, las cosas cambiaron. En 1991, las legislaturas privatizaron parte de la atención sanitaria, introdujeron vales de escolarización y recortaron los programas de bienestar social que desperdiciaban dinero. Entre 1995 y 2000, la relación deuda/PIB se redujo en un 40%, y los ciudadanos ganaron más ingresos gracias al nuevo impuesto sobre la renta del 28%.

De hecho, ese impuesto se redujo al 22% en 2013. Así que países como Suecia adoptaron una postura extremadamente progresista, se dieron cuenta de que no funcionaba, y luego se volcaron a una filosofía de mercado aún más libre.

¿Por qué hacer que los EE.UU. aprendan por sí mismos que el socialismo no funciona cuando podemos simplemente confiar en el experimento de Suecia? La lección aprendida no es lo que la izquierda enseña. Debido a la desregulación, Suecia ha superado el crecimiento económico en comparación con todos los demás países europeos en al menos un uno por ciento al año. Esto no es un resultado del progresismo o el socialismo. Es todo lo contrario.

Los progresistas sobre-utilizan groseramente la comparación de las naciones nórdicas con las socialistas, pero los nórdicos son en realidad un mal ejemplo porque practican un sistema de mercado predominantemente libre. La única semejanza entre los dos son los programas sociales. Para añadir sal a la herida, las economías nórdicas no se desmoronan completamente y matan a millones de personas en el camino, como lo hacen los sistemas socialistas.

Así que aquí está el por qué los progresistas afirman que esto es un producto del socialismo: Necesitan un buen ejemplo. Hay cero ejemplos, ninguno, no hay ningún buen ejemplo del socialismo en ninguna parte. Tan pronto como un sistema progresivo esté algo cerca, aunque lejos, de un estado socialista, los progresistas tomarán el crédito y proclamarán que es socialismo. Necesitan algo, cualquier cosa, para justificar su posición y probar que el socialismo funciona. La verdad es que no es así.

Y las naciones que lo intentan acaban destruyendo cualquier ventaja que tuvieran en el mundo y vuelven a un sistema de libertad o sufren las consecuencias. Miren a Venezuela: 1.600% de inflación, -17% de crecimiento del PIB, y 44% de desempleo (esperado para el 2020). Es por ignorancia deliberada que los opositores al capitalismo continuamente proponen este modelo económico pero no pueden diferenciar entre una economía insolvente y una próspera.

El modelo nórdico no es un sistema de «be-all and end all». Tampoco lo es el capitalismo, ni el socialismo.

La mayoría de las economías se desarrollan, cambian y mejoran con el tiempo. La historia es el mejor maestro para la orientación en el proceso de evolución. La izquierda no merece tomar el crédito por el glamour, los logros, y los beneficios de un sistema de libre mercado y ponerle la etiqueta de socialista. Definen los modelos nórdico y escandinavos como progresistas, pero esto ya no es un argumento de definición.

Aquí está en juego si la izquierda deja de mentirle al pueblo norteamericano y deja de hacer que el socialismo parezca beneficioso. Los jóvenes en particular son propensos a esta retórica: Todo lo que es importante para ellos es «gratis» bajo el socialismo, gracias al Senador Bernie Sanders y otros como él. Los jóvenes no saben porque no se les ha informado sobre las consecuencias.

Es hora de que se les diga la verdad.

 

Fuente: La Fundación para la Educación Económica

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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