La Asignación de Mercado Trataría a las Vacunas contra el COVID-19 como el Recurso Valioso que Son

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Los reportajes en las noticias indican que las vacunaciones en EE.UU. están dándose más lentamente de lo que los funcionarios prometieron y de lo que se está haciendo en otros países. Algunos proveedores de salud están en una carrera —y algunos están fracasando— para administrar su stock de vacunas antes de que estas expiren. En un caso, más de 500 dosis se malograron cuando un empleado las retiró de un congelador, supuestamente intencionalmente.

Estos episodios resaltan solo algunos de los problemas implícitos en utilizar el racionamiento estatal en lugar de los precios de mercado para distribuir las vacunas.

Si los productores y vendedores al por menor podrían cobrar y los consumidores podrían pagar, lo que sea que ellos deseen, la distribución de las vacunas contra el COVID-19 probablemente sería más rápida que lo que es actualmente y probablemente no expiraría el stock actual.

Los reportes anecdóticos indican que algunos consumidores están dispuestos a pagar $25.000 para recibir la vacuna. Si los vendedores al por menor podrían obtener miles o incluso cientos de dólares en ganancias de cada dosis que vendan, ellos tendrían el incentivo y la capacidad de invertir más recursos en asegurarse de tener vacunas y de distribuirlas rápido. Ellos se esforzarían más para proteger las vacunas del sabotaje por parte de empleados desquiciados (la ley también lo podría hacer, si las penalidades por destruir las vacunas se elevaran con el valor de mercado de cada dosis). Contratarían más personal (esto es, enfermeras) con sueldos más altos de lo normal para organizar la distribución y/o suministro de las vacunas. Incluso podrían entrenar a más personas para poner las vacunas —y conformarían un lobby para exigir que los estados suspendan las regulaciones estatales que impiden que lo hagan.

Si los productores podrían ganar miles o incluso cientos de dólares por cada dosis que venden, ellos también tendrían un incentivo y capacidad superiores para expandir la producción y producir más vacunas más rápido.

¿Los precios de mercado garantizarían que las vacunas irían a los recipientes de mayor valor primero? Para nada. Pero la asignación de mercado no tiene que ser perfecta. Solo tiene que ser mejor que el racionamiento estatal.

En un artículo anterior acerca de la asignación estatal vs. la de mercado para las vacunas contra el COVID-19, escribí, “Si el gobierno pudiese asignar las vacunas de tal manera que obtuviese más de estas para los destinatarios de mayor valor que las fuerzas de mercado” entonces la distribución estatal fuese algo defendible. Pero, “Para lograr un desempeño mejor que las fuerzas de mercado, el estado de hecho debe saber quiénes son los recipientes de mayor valor, de hecho ser capaz de asignar las vacunas en torno a ese criterio, y no restar de cualquier aporte que puedan hacer por sí solas las fuerzas del mercado, o …disminuir los incentivos que tienen las empresas farmacéuticas para aumentar la producción”. Eso no parece estar sucediendo.

El racionamiento estatal está restando del bien que las fuerzas de mercado podrían contribuir y retardando la distribución de vacunas contra el COVID-19, al disminuir los incentivos para la velocidad y seguridad por parte de los productores y vendedores. En muchos casos, está resultando en que los recipientes de bajo valor reciban las vacunas antes que aquellos de alto valor. Está disminuyendo los incentivos para que los fabricantes aceleren la producción. En algunos casos, esto está costando vidas al permitir que se expiren vacunas.

Fuente: El Cato

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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