La Libertad en la Política: Entre la Ambigüedad y la Virtud

Sobre las definiciones de libertad y su aceptación como virtud

La libertad siempre ha sido un terreno de disputa en el campo político: funcionarios, filósofos, politólogos, economistas han definido a la libertad de múltiples formas. Esta problemática discursiva ha sido objeto de debate desde hace siglos, tal es así que, Charles Louis de Secondat escribió que “no hay palabra que tenga más acepciones y que de tantas maneras diferentes haya impresionado los espíritus, como la palabra libertad” (1984, pág. 185).

Republicanos, marxistas, liberales y socialdemócratas defienden al significante libertad. Pero ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo es posible que ideologías tan dispares defiendan un mismo concepto? este fenómeno extraño ocurre porque la libertad es una palabra polisémica. Cada individuo tiene su concepción de lo que es la libertad, y normalmente se encastra de forma positiva con sus ideas sobre el mundo.

Esto lleva a que la sociedad defienda una palabra, pero no a un valor en si mismo. La libertad es una virtud carente de un significado universal. Todos aceptan el significante de libertad como una virtud, pero no al significado que se le otorga a ese término. Lo cual, es lo crucial para entender las posiciones personales y políticas que se defienden.

La polisemia discursivo-política

La multiplicidad de definiciones lleva a problemas en cuanto al mensaje que se le da la población (por parte de políticos y académicos), y también a como la sociedad recibe y procesa ese mensaje.

Por un lado, la población pasiva suele aceptar y respaldar las expresiones en favor de la palabra libertad. He aquí por lo que, políticos e intelectuales activos, siempre se expresan en favor de este significante y nunca en contra: desde Marx y Cristina Kirchner hasta Smith y Javier Milei. El problema de esto es que, entonces, la libertad como virtud, se encuentra internamente muy diluida. No existe, por tanto, un receptor y aceptador del discurso que sea ideológicamente uniforme.

Pero, al mismo tiempo, como criticar a la libertad es políticamente incorrecto, entonces las expresiones públicas siempre abogan por la libertad. Los actores se expresan de forma similar a pesar de que posean intereses contrapuestos, para lograr esto lo que hacen es darle una concepción filosófica distinta a la palabra libertad, es decir, tanto A como B se ven obligados a hablar en favor de la libertad, pero debido a que tienen intereses contrapuestos deben crear nuevas definiciones para este significante. Esto, es un círculo vicioso donde políticos y académicos liberticidas se disfrazan de liberadores (Maier, 2023).

A pesar de esto, la discusión sobre la definición de un significante carece de importancia. Las definiciones son simples convenciones que se utilizan para un mejor entendimiento entre personas y para facilitar la transmisión de un mensaje univoco, es decir, nadie tiene la verdad en si misma sobre cual es el significado de una palabra. Y, al mismo tiempo, una palabra tampoco tiene valor en si misma sin el significado que posee detrás.

Liberalismo

Los autores enmarcados en la tradición de pensamiento liberal también poseen debates sobre el significado de la palabra libertad, no obstante, existe cierto acuerdo con respecto a que en términos generales se podría definir a la libertad como “ausencia de coacción arbitraria”. Esta definición busca enmarcarse en un debate estrictamente político, donde el Estado no debe coaccionar a los individuos de forma arbitraria. Este es el mantra fundamental de liberalismo.

Para que el Estado permita la libertad inevitablemente debe disminuir sus funciones o, según algunas concepciones, desaparecer. Debe respetar la propiedad, la vida y la libertad de las personas. Principios fundamentales son: impuestos bajos, libertad de expresión, libertad sexual, libertad civil y libertad política. Si esta organización política se logra poner en práctica de manera efectiva, cada individuo podrá perseguir el proyecto de vida que quiera siempre y cuando no coaccione a los demás. Como explica Nozick en Anarquía, Estado y Utopía, podrán ser parte de este Estado “visionarios y excéntricos, maniáticos y santos, monjes libertinos, capitalistas, comunistas y demócratas participantes” (pág. 304).

Entendiendo la libertad de esta forma, se puede afirmar con claridad que es verdaderamente una virtud, ya que permite el florecimiento personal de cualquier individuo. Proporciona a cada persona la posibilidad de alcanzar sus objetivos y, en consecuencia buscar su felicidad.

* Frank Maier es estudiante de ciencias políticas en la Universidad del CEMA, segundo premio categoría ensayo jóvenes en Caminos de Libertad, diplomatura Economia Austriaca ESEADE, integrante de Enlaces.

Fuente: Fundación Internacional Bases

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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