Las Mentiras del Sistema Sanitario de Cuba Defendido por la OMS

En nuestro primer artículo de esta serie de tres vimos cómo la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su director Tedros Adhanom Ghebreyesus apoyaban el encubrimiento, distorsión de cifras y mentiras de la dictadura cubana sobre la salud de su país. 

En este segundo artículo analizaremos las fallas centrales del sistema sanitario de Cuba que tanto alaban la OMS y su director, hoy fuertemente cuestionados por el manejo de la pandemia de coronavirus y su complicidad con la dictadura china.

Mientras la OMS habla de la “revolución de salud” cubana y elogia las instalaciones, cifras y equipamientos del sistema, la realidad muestra un escenario muy distinto.

La salud antes de la revolución

El régimen cubano siempre ha propagado la idea de una Cuba destruida en materia sanitaria y educativa antes de la llegada de Fidel Castro al poder. Sin embargo, según la propia UNESCO, en 1958, Cuba dedicó el 23% de su presupuesto público total a la educación, el porcentaje más alto de América Latina. Su tasa de alfabetización en 1960 era del 79%, en comparación con el 65% y el 60% en México y Brasil, respectivamente. En el campo de salud, las inversiones de Cuba también fueron notables. El número de médicos y enfermeros por cada 1.000 habitantes era de 1,0 y 4,5, respectivamente, el tercer y cuarto puesto más alto en América Latina en esos tiempos.  De hecho, Cuba ya había conseguido buenos resultados en materia de salud antes de la Revolución

La esperanza de vida al nacer en Cuba en 1958 alcanzaba los 64 años, cifra que sólo era superior en la Argentina (65 años) y el Uruguay (68 años) en América Latina. Su tasa de mortalidad infantil en 1958 era de 39 por cada 1.000 nacidos vivos, la más baja de la región y muy inferior a la de la Argentina (60), Costa Rica (87), Chile (118) y México (94). A pesar de esto, el gobierno revolucionario Cubano tiene especial ensañamiento en pintar un panorama sombrío respecto de la salud cubana pre-revolucionaria. 

Desigualdad en la atención

Actualmente Cuba es exhibida por periodistas internacionales como la panacea de la igualdad en el acceso a la salud de calidad. Sin embargo, el Dr. Jaime Suchlicki, del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-estadounidenses de la Universidad de Miami, explica que en la isla no hay un solo sistema, o incluso dos: en realidad hay tres

El primero es para los extranjeros que van a Cuba específicamente para recibir atención médica. Esto se conoce como «turismo médico». Los turistas pagan en divisas extranjeras, lo que proporciona oxígeno al régimen. Y las instalaciones en las que son tratados son limpias, bien abastecidas y de última generación. Las instalaciones sólo para extranjeros hacen un gran negocio con tratamientos de Botox, liposucción e implantes mamarios. Recordemos también que hay muchas otras instalaciones separadas o segregadas en Cuba. La gente habla de «apartheid turístico», donde, por ejemplo, hay hoteles separados, playas separadas, restaurantes separados, todo separado del común de la población.

El segundo sistema de atención médica es para las élites cubanas: el partido, los militares, los artistas y escritores oficiales. Su sistema, como el de los turistas médicos, es de primera categoría.

Por último, se encuentra el verdadero sistema cubano, el que la gente común debe usar. El testimonio y la documentación sobre el tema son vastos: los hospitales y las clínicas se están desmoronando, las condiciones son tan insalubres que los pacientes pueden estar mejor en casa, sea cual sea el hogar. Si tienen que ir al hospital, deben llevar sus propias sábanas, jabón, toallas, comida, bombillas, incluso papel higiénico. Así mismo, los medicamentos básicos son escasos.

Falta de insumos, equipamiento y edificios en condiciones

El sistema de salud cubana se encuentra colapsado y no cuenta con instalaciones adecuada ni insumos. Una clara muestra de esto es la recopilación de fotografías tomadas en hospitales y centros de salud de Cuba por tres autores diferentes.

Investigadores que realizaron trabajo de campo observaron una abrumadora dependencia popular del mercado negro o la economía informal para satisfacer las necesidades básicas de los consumidores, incluidas las necesidades de salud. Casi todas las personas dependían en cierta medida de los bienes y servicios adquiridos a través de redes informales de reciprocidad de amigos y familiares (normalmente denominados «socios»). El término popular para esta práctica es «sociolismo», término que los cubanos utilizan en broma para describir la realidad vivida de su sistema socialista.

En una de las comunidades estudiadas, por ejemplo, nadie utilizó en absoluto el sector sanitario formal para las dolencias comunes (resfriados, gripe, distensiones musculares, artritis) durante todo el tiempo que duró el trabajo de campo. En lugar de ello, se recurría a los “socios” para consultas médicas, suministros quirúrgicos, equipo dental, productos farmacéuticos (a menudo enviados por parientes de Miami) y asesoramiento popular, mientras que las clínicas locales de médicos de familia solían carecer tanto de pacientes como de suministros necesarios. 

Violación a la privacidad de los pacientes

En Cuba no existe el derecho a la privacidad en la relación médico-paciente, ni el derecho de los pacientes a un consentimiento informado, así como tampoco el derecho a rechazar un tratamiento, ni el derecho a protestar o demandar por mala praxis. En consecuencia, la atención médica en Cuba puede ser intensamente deshumanizadora. El sistema de asistencia sanitaria en Cuba suele ser bastante paternalista y autoritario, y la política se entromete en la práctica médica de varias maneras, ya sea sutiles o abiertas. 

Por ejemplo, se espera que los médicos de familia cubanos atiendan a la «salud de la revolución» vigilando sus vecindarios para detectar cualquier signo de disidencia política y trabajando estrechamente con los funcionarios para corregir creencias o comportamientos. También se espera que los médicos de familia informen sobre la «integración política» de sus pacientes y que compartan esta información con las autoridades estatales.

La forma en que los médicos de familia participan realmente en la vigilancia política (o económica) de sus pacientes es muy variable: algunos médicos parecen ansiosos por ganar puntos políticos informando sobre sus pacientes, mientras que otros se esfuerzan por mantener al menos cierta confidencialidad. La intrusión de la política en la atención médica también queda ilustrada por la retórica militarista utilizada en los libros de texto de medicina cubanos y otras publicaciones sobre salud que detallan la ideología y la práctica de la medicina socialista. 

Existen situaciones donde, por ejemplo, a los pacientes no se les concede autonomía para tomar sus propias decisiones reproductivas, induciendo abortos en casos riesgosos sin informale a la madre las posibilidades ni darle lugar a elección. Es más, el ámbito clínico no constituye un espacio privado donde los médicos y los pacientes discuten las opciones médicas y llegan a una decisión conjunta sobre cómo proceder. Al contrario, la clínica es un espacio político y las decisiones se toman a menudo de acuerdo con objetivos estadísticos y políticos más amplios establecidos por el Ministerio de Salud nacional. No hay derecho a la privacidad en la relación médico-paciente para proteger la medicina clínica de este tipo de intrusión totalitaria.

Como en todos los sistemas de Salud del mundo, existen casos de mala praxis, pero en Cuba se dan dos particularidades nefastas. Por un lado, las investigaciones sobre casos de mala praxis registran una fuerte colaboración entre los médicos cubanos para encubrir errores. Por el otro, en Cuba no existe efectivamente el derecho de los pacientes o los miembros de la familia a criticar públicamente a sus médicos y a hacer valer un derecho a indemnización en los casos de mala praxis conocidos. Cualquier intento de reivindicar estos derechos probablemente resulte en alguna forma de sanción política, lo que plantea un grave perjuicio de las libertades individuales de los ciudadanos.

Persecusión a los médicos e investigadores disidentes

Existen casos famosos de persecución sanitaria, por llamarla de alguna manera. En un famoso caso, tras presentar una denuncia contra el sistema de salud ante las autoridades, no sólo no hubo investigación sino que el denunciante, el médico Oscar Elías Biscet, fue condenado a 25 años de prisión

Otro caso reconocido es el de Hilda Molina Morejón. Ella fue la principal neurocirujana del país, fundadora del Centro Internacional de Restauración Neurológica y diputada en la Asamblea Nacional. Sin embargo, a principios de los 90, el régimen le informó que el centro neurológico empezaría a concentrarse en los extranjeros, dada su capacidad de aportar divisas. Ella se opuso, renunciando a sus cargos y devolviendo las medallas que Castro le había concedido. Luego de esto vinieron actos de repudio y persecución gubernamental. Se le prohibió salir de la isla y se le impidió practicar la medicina. Finalmente, en 2009 pudo emigrar a la Argentina.

Discriminación contra los pacientes con VIH

En 1986, el Gobierno cubano adoptó una resolución autoritaria que hizo obligatorias tanto las pruebas de detección del VIH como el confinamiento indefinido para todas las personas que vivían con el virus. El primer y más famoso sanatorio fue la granja «Los Cocos» en Santiago de las Vegas, pero finalmente se establecieron otras 13 entidades similares. Los pacientes se encontraban prisioneros en estas instalaciones. En 1988, las autoridades cubanas, presionadas por la comunidad internacional, relajaron las restricciones a la movilidad de las personas que viven con VIH. Recién en 1993 las puertas de los sanatorios se abrieron y la atención ambulatoria se convirtió en la norma.

Como podemos ver, la situación de la salud cubana no puede ser calificada menos que de absoluto desastre. El último de los flagelos, el del envío de profesionales al exterior bajo un régimen semi-esclavista, lo trataremos en nuestro último artículo.

Fuentes, Referencias y Bibliografía:

  1. “Cuban infant mortality and longevity: health care or repression?”; Gilbert Berdine, Vincent Geloso y Benjamin Powell
  2. “Cuba’s health system: hardly an example to follow”; Octavio Gómez-Dantés
  3. “Re-examining the Cuban Health Care System: Towards a Qualitative Critique”; Katherine Hirschfeld
  4. “Demystifying the Cuban Health System: An Insider’s View”; Rodolfo J. Stusser
  5. “Infant Mortality in Cuba: Myth and Reality”; Roberto M. Gonzalez
  6. “La trayectoria del aborto seguro en Cuba”; Dra. María Elena Benítez Pérez
  7. “El falso mito de la sanidad cubana”, Carmen Muñoz
  8. “El mundo oculto de los médicos cubanos que son enviados a trabajar al extranjero”; Redacción, BBC News Mundo
  9. “Free Healthcare?”; Julio Muñoz
  10. “Sistema de salud cubano: Una mentira forrada en propaganda”; Belén Marty
  11. “The Dark Side of Cuba’s Health System: Free Speech, Rights of Patients and Labor Rights of Physicians”; Octavio Gómez Dantés
  12. “The Myth of Cuban Health Care”; Jay Nordlinge
  13. Artículos de la OMS y el sistema sanitario cubano
  14. Imágenes de instalaciones sanitarias cubanas

Datos del Banco Mundial

  1. https://datos.bancomundial.org/indicador/SH.MED.PHYS.ZS?locations=CU-CA-CL-US-UY&most_recent_value_desc=true
  2. https://datos.bancomundial.org/indicador/SH.STA.MMRT?end=2017&locations=CL-US-CA-CU-UY&most_recent_value_desc=false&start=2007
  3. https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.IMRT.IN?end=2017&locations=CU-US-CA-CL-UY&most_recent_value_desc=false&start=1997
  4. https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.LE00.IN?end=2017&locations=CL-US-CA-CU&start=2006

* Franco M. López es Director Ejecutivo de la Fundación Internacional Bases (FIB) y Director del Observatorio Urbano de FIB

** Santiago Remón es colaborador de la Fundación Internacional Bases (FIB)

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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