La Unión Soviética Comenzó Como un Experimento de Socialismo Democrático

Cuando Bernie Sanders debutó en la escena nacional en 2016, la mayoría de los estadounidenses nunca habían oído hablar del socialismo democrático (la idea de que el gobierno controla los medios de producción pero todos podemos votar). Pero en los cuatro años que siguieron a su pérdida ante Hillary Clinton, se convirtió en un tema importante para la política americana. El partido de los Socialistas Democráticos de América (DSA) ha visto un auge de miembros y políticos abiertamente socialistas como Bernie y Alexandria Ocasio Cortez, quienes están ocupando algunas de las más altas posiciones en el gobierno norteamericano.

El socialismo democrático que estos políticos promueven son ideas radicales según los estándares tradicionales americanos, pero están lejos de ser nuevas. Han sido teorías que se pusieron en práctica hace un siglo, al otro lado del mundo en la ahora desaparecida Unión Soviética.

En ruso, soviético significa «consejo«. En teoría, este sistema iba a crear una voz para que cada miembro del proletariado (clase trabajadora) fuese escuchado y guiara su destino votando por sus propios representantes de sus localidades para hacer que sus voces y elecciones fueran reconocidas por el gobierno más amplio.

Las fábricas y las pequeñas aldeas eran su propio grupo soviético en el nivel más bajo y local. Elegían y votaban por representantes para servir en el soviet de la ciudad más grande. El soviet de la ciudad elegía representantes de su grupo para servir en el soviet regional, que a su vez elegía miembros para el soviet provincial. Desde allí, los miembros serían elegidos para el soviet de la República Constituyente, que era el soviet encargado del país miembro específico dentro de la Unión Soviética. Ese grupo enviaría entonces representantes al Soviet Supremo de la URSS.

Se estima que en los años 40 había un millón de ciudadanos de la URSSparticipando en el sistema soviético. En teoría, cualquiera podía ascender a través del sistema soviético para un día estar en el Soviet Supremo. En papel, este era el sistema definitivo de gobierno representativo al servicio de sus ciudadanos. Los pequeños soviets locales harían una lista de lo que querían del gobierno más grande y esa lista subiría por la cadena alimenticia. Y si el soviet no creía que su representante estaba haciendo un buen trabajo, tenían el poder de destituirlo y enviar a alguien más.

Los soviéticos prácticamente tenían completa autonomía sobre sus jurisdicciones, en teoría. Podían utilizar cualquier recurso del gobierno a su gusto. También podían gobernarse a sí mismos a nivel local. El único inconveniente era que sus elecciones no podían oponerse a los intereses de la nación.

Aunque este sistema de gobierno parece ser muy bueno, la verdad es que el Soviet Supremo rara vez se reunía y cuando no estaban en sesión abdicaban su poder al Presidium de la Unión Soviética. Este cuerpo era como las tres ramas del gobierno de los EE.UU. en una sola. La Unión Soviética era un Estado con un solo partido político legal, los comunistas.

A la cabeza del partido, desde principios de los años 20 hasta los 50, el líder de ese partido era Joseph Stalin (1878-1953). Durante sus primeros años en el cargo, consolidó su poder, superó a sus rivales y finalmente se convirtió en el dictador más represivo del siglo XX. Como jefe del partido, los intereses de Stalin eran los intereses nacionales. Como tal, cualquiera que fuese contra él iba, en cierto sentido, contra el interés nacional, lo que significaba que podían esperar encontrarse a sí mismos, y tal vez a sus familias, torturados y fusilados.

Los ejecutores del interés nacional eran la NKVDU, mejor conocida como la policía secreta. Eran plantas de espionaje en la sociedad que vigilaban a cualquiera que pudiese ser una amenaza remota para la voluntad del líder del partido. Estaban allí para espiar a cualquiera con parientes en el extranjero o con capacidad de hablar más de un idioma. Y para mantener a todos en línea, había también purgas obligatorias en todos los niveles del gobierno y cuotas para la ciudadanía. Los ciudadanos eran ejecutados, castigados y exiliados no porque cometieran crímenes, sino porque la alta dirección quería 20.000 «anti-revolucionarios» castigados en una ciudad al azar y para complacer a los jefes nacionales los jefes regionales les daban 25.000.

La vida bajo el régimen de Stalin en la gran URSS comunista democrática era puro terror. Cuando miramos hacia atrás en el siglo XX, solemos pensar en Adolf Hitler como el hombre más malvado de su época. Se estima que 14 millones de personas murieron por sus acciones directas. Sin embargo, Stalin le habría ganado con un estimado de 20 millones.

Si algún miembro del Partido Socialista Democrático de América ha leído este artículo, lo más probable es que lo descarte instantáneamente como un éxito de su causa. Protestarán que el comunismo no es lo mismo que el socialismo. Mientras que eso es técnicamente cierto, las diferencias entre los dos no son manzanas y naranjas; son manzanas de Cortland y Winesap.

El socialismo es cuando la comunidad controla los medios de producción. El comunismo es cuando la comunidad controla los medios de producción y consumo. Pero el control del mando de la producción no puede coexistir con el control del mercado del consumo sin que el resultado sea la escasez. El resultado inevitable, como se ha visto en muchos otros países en los que se ha probado este sistema, será que «la comunidad» tomará el control del consumo.

Y desafortunadamente, ninguna persona o grupo es lo suficientemente inteligente, sabio o capaz de microgestionar una sociedad. Algunas teorías suenan muy bien pero cuando se ponen en práctica se demuestra que están equivocadas. Con tantos ejemplos históricos documentando los fracasos del comunismo y el socialismo es desconcertante que tanta gente en América parezca querer intentarlo.

En nuestra era moderna de información es muy fácil para nosotros, y muy importante, examinar los errores pasados de otros para no repetirlos.

Fuente: La Fundación para la Educación Económica (FEE)

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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